La semana pasada la presidenta Sheinbaum expresó preocupación por las tasas de interés que cobra el sistema financiero a las empresas medianas y pequeñas. Explicó que, para atender este problema, ha dado instrucciones al secretario de Hacienda para que dialogue con los representantes de la banca comercial a fin de reducir las tasas y dinamizar la economía. Además, le pidió explorar vías para disminuir los costos de los créditos que carga la banca de desarrollo.

Creo que nadie cuestionaría la conveniencia de que en México se observaran menores tasas de interés. El reto es cómo lograr este objetivo asegurando al mismo tiempo que sus beneficios sean mayores que sus costos.

La opción que proponen nuestras autoridades no cumple con este criterio. Lo que se está planteando en términos llanos es una especie de control a las tasas. Las implicaciones de una acción de esta naturaleza son de sobra conocidas: pueden resultar en disminuciones de la oferta de crédito, reducir la rentabilidad de los bancos, limitar la disponibilidad de recursos para las empresas consideradas más riesgosas, dar lugar al surgimiento de mercados informales y, al distorsionar las señales del mercado, propiciar una asignación ineficiente de recursos. Y todo ello para que al final los bancos encuentren los medios para evadir los controles.

¿Significa esto que el gobierno está imposibilitado de propiciar una reducción de las tasas de interés? Por supuesto que no. Pero en lugar de tratar de manipularlas artificialmente, lo que debe hacer es crear las condiciones para que bajen sin interferir con los mecanismos de mercado.

Las medidas que deben tomarse, cuyos beneficios por cierto van mucho más allá de su impacto en las tasas de interés, son muy claras. Me limito a comentar algunas de las más importantes.

Lo primero que deben hacer nuestras autoridades es asegurar finanzas públicas sanas. Bajo las condiciones actuales, existe una competencia excesiva por financiamiento entre el sector público y el sector privado que presiona las tasas de interés al alza. Además, desequilibrios presupuestales tan elevados como los que estamos observando generan incertidumbre, por lo que los ahorradores piden un premio mayor para canalizar sus recursos al sistema financiero, aumentando de pasada el costo del crédito.

Y existe un elemento adicional que es importante considerar. Un fortalecimiento de las finanzas públicas, al contener la demanda interna y reducir las expectativas de inflación, permitiría una política monetaria más relajada. Dado que la tasa de interés de Banxico tiende a afectar tanto las tasas de corto como de largo plazos, a través de esta vía también se ejercería presión a la baja sobre las tasas de interés.

Una segunda acción fundamental para bajar las tasas de interés es incrementar la competencia en el sistema financiero. Los analistas encuestados por el Banco de México ubican al mercado de crédito bancario como la tercera actividad privada con mayores problemas de competencia en nuestro país.

Uno de los resultados de esta situación son tasas de interés más elevadas de las que veríamos bajo condiciones de mayor competencia. Algunos miembros de la Junta de Gobierno de Banxico han señalado también que, ante la insuficiente competencia en el sistema bancario, los costos de los servicios financieros responden en menor medida a las variaciones de la tasa de interés del Banco Central.

El Banco de México ha tratado de promover la competencia en el sistema financiero a través de una mayor transparencia, medida necesaria pero insuficiente, en parte como resultado del penoso nivel de educación financiera en nuestro país. Se ha anunciado también que el Instituto Central está desarrollando una plataforma que permitirá a los usuarios solicitar créditos estandarizados a diversas instituciones. La iniciativa ayudará, pero tampoco solucionará el problema. Y un comentario similar se puede hacer respecto del posible papel de algunos intermediarios financieros no bancarios, de rápido crecimiento, pero todavía con una participación modesta en el sistema financiero. No hay duda de que se necesitan acciones más agresivas para aumentar la competencia en el sistema.

El tercer perímetro de acción para la política pública al que quisiera referirme es el Estado de derecho. ¿Alguien tiene dudas sobre los beneficios que tendría para el costo de los créditos el contar con un marco legal que permitiera una eficiente ejecución de garantías y una finalización imparcial y rápida de los juicios? Desafortunadamente, la reforma judicial apunta justo en la dirección contraria.

Por último, en un recuadro publicado en el Informe Trimestral del Banco de México de julio-septiembre de 2021, se analizan los determinantes del crédito de la banca comercial a las empresas. ¿La conclusión? Los factores más importantes en el caso de las de menor tamaño son, por mucho, la actividad económica y los programas de garantías de la banca de desarrollo. La influencia de las tasas de interés es modesta.

En suma, es muy importante crear las condiciones para que las tasas de interés desciendan, ya que las medidas requeridas tendrían efectos benéficos más allá de este ámbito. Sin embargo, es obvio que no se logrará una expansión significativa del crédito bancario en un entorno de bajo crecimiento o contracción de la economía. Se requiere, por tanto, una estrategia realista para impulsar el crecimiento económico. Asimismo, es indispensable hacer una revisión de los apoyos que puede brindar a las empresas de menor tamaño la banca de desarrollo. Lo que debe descartarse son los remedios aparentemente simples, pero ineficientes y con costos potenciales muy elevados.

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