Un interrogante que llega con este final de año es si México es más o menos democrático. Otro es, si todavía somos un país democrático o ya entramos a una fase autoritaria. La presidenta Sheinbaum dijo hace unos días que “seremos el país más democrático”, pero la realidad muestra otra cosa.

El presidente anterior instrumentó una enorme polarización como estrategia de gobierno y dejó una herencia con varias reformas que son contrarias a un sistema democrático. Al mismo tiempo, el país pasó de un sistema plural a uno de partido dominante, con una importante caída de la oposición.

2024 tuvo dos momentos, uno fue completamente electoral hasta el 2 de junio, y el otro fue el de las reformas constitucionales. El resultado electoral generó una amplia ventaja para el partido gobernante y, con la tramposa sobrerrepresentación en el Poder Legislativo, la maquinaria morenista aceleró los cambios a la Constitución.

Se pueden destacar tres grupos de reformas: las que sustentan políticas de bienestar del oficialismo (programas sociales elevados a rango constitucional); las de una miscelánea (como la prohibición de vapeadores); y las que modifican el régimen político (reforma legislativa, desaparición de organismos autónomos, aumento de delitos para prisión preventiva, traspaso de la Guardia Nacional a la Defensa). A estas últimas se puede agregar la reforma de supremacía constitucional, que impide cualquier medio de impugnación y defensa ante los cambios a la carta magna.

Frente a este proceso de cambio de régimen se plantean al menos dos interpretaciones, una indica que el sistema político ha dejado atrás la etapa de la transición democrática y sus instituciones, y que hemos entrado a otra fase que algunos definen como abiertamente autoritaria. La otra visión señala que hay un nuevo periodo más democrático porque se permitirá votar a jueces, magistrados y ministros. Se ha terminado la fase de la transición democrática con todos sus logros, sus pendientes y sus errores. Resulta difícil aceptar la versión de que México será más democrático.

Todas las piezas del nuevo rompecabezas nos muestran que hemos dejado atrás el pluralismo, los gobiernos divididos, el presidencialimo acotado, la separación de funciones de Estado y de gobierno. Con este nuevo régimen hemos entrado a la reconstrucción de un hiperpresidencialismo, en donde los contrapesos y la división de poderes se han borrado; el Poder Judicial se politizará a tal grado que diluirá su autonomía. Hemos regresado a un sistema de partido dominante con una mayor militarización. Morena no es el PRI, pero se comporta de forma muy similar, porque así son los aparatos dominantes.

Hay que distinguir entre el discurso populista y los resultados de las políticas. Se necesitan calibrar los cambios, las repeticiones y las inercias. Se han hecho estudios como el de Máximo Jaramillo que señala los beneficios disparejos de los programas sociales, en donde los que más han ganado no son los sectores más desprotegidos. Se ha incrementado el salario mínimo, pero el resto de los salarios ha permanecido bajo. Los niveles de desigualdad han disminuido ligeramente, pero el régimen de acumulación se mantiene muy similar, los superricos son cada vez más ricos. La estrategia exportadora es muy similar y con la llegada de Trump habrá una revisión de fondo que modificará los términos del intercambio económico y comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. Entre el discurso oficialista y la realidad, hay grandes diferencias.

En suma, lo que nos queda al final de 2024 son cambios profundos a la Constitución que modifican el régimen político y nos llevan a un sistema en donde se ha debilitado el pluralismo y la división de poderes, se han concentrado en el gobierno en funciones que lo convierten en juez y parte; se debilitará el ejercicio de derechos importantes, como el de la información, los derechos humanos y la garantía de contar con organismos autónomos del gobierno para regular la vida económica. Por todo lo anterior México será menos democrático.

Terminamos 2024 y hay que prepararnos para un 2025 muy complicado, internamente con una reforma judicial que ya anticipa su fracaso, y fuera del país, con un trumpismo desatado…

Investigador del CIESAS. @AzizNassif

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