Los cambios legislativos de estas semanas nos conducen a la pregunta: ¿alguna vez fuimos una democracia? Podemos ver lo que le pasó al maderismo democrático que terminó en una dictadura; luego vino el partido de Estado que gobernó la mayor parte del siglo XX y cuando fue insostenible se abrió una larga y complicada transición a la democracia, con avances y severos problemas que nos llevaron a una partidocracia. A partir del 2018 llegó un realineamiento político que hoy nos tiene a las puertas de un nuevo régimen de partido de Estado. En México la breve democracia ha sido débil y vulnerable, tardó décadas en construirse y en semanas se ha empezado a destruirla.
El ritmo de los cambios ha sido vertiginoso. Desde que empezó esta legislatura no se ha detenido un día el esfuerzo de reformar la Constitución a imagen y semejanza del testamento que dejó el expresidente, el plan C. En septiembre empezaron las reformas, y con el nuevo gobierno se ha cumplido al pie de la letra la herencia. El soporte ha sido el voto que ganó Morena el 2 de junio, con lo cual se consideran como el único representante del pueblo. Trasmutaron la ley para pasar del 54% de los votos al 74% de los curules. Con esa mayoría calificada en San Lázaro, se maniobró ꟷcompra y coacciónꟷ para lograr mayoría en el Senado.
Como una aplanadora legislaron la reforma que destruyó al Poder Judicial; así, la necesidad de mejorar la justicia acabó en una pésima reforma que manda a la basura la carrera judicial de jueces y magistrados y acaba con la SCJN. No prosperó la protesta y ahora estamos frente a una elección absurda que nadie sabe cómo se va a realizar, que costará más de 13 mil millones de pesos y que lo único que asegura es un Poder Judicial al gusto del morenismo, sin independencia, sin autonomía y sin capacidades técnicas.
Ahora viene la desaparición de siete organismos autónomos, uno de los avances del periodo de la transición democrática, cuyos problemas eran solucionables. Desaparecerán derechos y capacidades de regulación, se borrarán del mapa del Estado instituciones especializadas y todo se concentrará en el Poder Ejecutivo. Adiós al Inai, y con ello a la transparencia y a la protección de datos personales; adiós al Coneval, que evalúa la política social; adiós a la Cofece, que regula la competencia y los precios de bienes y servicios; adiós al IFT, que regula el espectro radioeléctrico, las redes de comunicación y la comunicación satelital; adiós a MejorEdu que evalúa la política educativa; adiós a la CNH, que administra asignaciones y contratos petroleros; adiós a la CRE, que regula electricidad, gas y petrolíferos. Esas instituciones quedarán bajo el control del Poder Ejecutivo, que se volverá juez y parte, regresaremos al gobierno que había en México en los años ochenta.
Uno de los últimos episodios de esta ruta ha sido la reelección de Rosario Piedra para otro periodo al frente de la CNDH. La evaluación del Centro PRODH señaló que: “el balance de esta gestión de la CNDH lleva a concluir que al término de estos cinco años queda una institución a la deriva, debilitada tanto en lo interno como en su posición frente a la sociedad”. En esa maniobra se ejemplifica el modo de operar de la 4T: primero se hace una convocatoria pública y una evaluación de los candidatos por sus méritos; se depura la lista hasta quedar en 15. Luego se hace una terna, y ahí se empieza a distorsionar todo, se saca a la segunda mejor evaluada para meter a la peor evaluada, Rosario Piedra, y se devela la farsa. Al final se recibe la instrucción, unos dicen que fue del expresidente desde su rancho de Palenque, otros afirman que fue desde Palacio, pero el caso es que se rompe con el procedimiento, se disciplina y humilla a los propios morenistas porque todos se someten para votar por la peor evaluada. Haya sido como haya sido, el resultado es el mismo, una CNDH inútil para la defensa de las víctimas.
La 4T sigue al pie de la letra el testamento del expresidente: quitar contrapesos, generar un Poder Judicial absurdamente politizado que no mejorará la impartición de justicia; desaparecer organismos autónomos para concentrar el poder; restringir derechos y capacidades. ¿Alguna vez fuimos una democracia en México o sólo fue una ilusión pasajera?
Investigador del CIESAS. @AzizNassif