Milan Kundera escribió en El libro de la risa y el olvido: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”. En el mundo actual donde los autoritarismos parecen que van ganando más espacios, el cine y los premios juegan como un contrapunto importante. Los autócratas quieren ganar la narrativa, y nos saturan con sus mentiras al estilo Trump y Netanyahu. Recuperar la memoria implica una lucha por otras versiones de la historia que se quieren eclipsar desde el poder. Este argumento cobra mucho sentido en estos días donde las ultraderechas reaccionarias despliegan su “guerra cultural”.
En la pasada ceremonia de los premios Oscar hubo dos casos que explican estas batallas, uno fue el Oscar a la mejor película extranjera, el filme de Walter Salles, Aún estoy aquí (Ainda estou aqui). La otra fue el Oscar al mejor documental largo, No Other Land. La película recupera lo que fue la dictadura militar en Brasil (1964-1985); y el documental nos muestra la tragedia palestina por los despojos y destrucción militar en Cisjordania. Son dos historias muy diferentes, pero tienen en común la actualización de tragedias y son un antídoto en contra de la estrategia de invisibilizar esas historias.
En filme brasileño del director Walter Salles (Estación Central y Diarios de motocicleta) ha tenido la buena fortuna de convertirse en una de las películas más taquilleras en ese país sudamericano. La historia es un caso de desaparición forzada del ingeniero de izquierda Rubens Paiva, Integrante del Partido Laborista, que fue detenido y asesinado en 1971. Esta narración se centra en la lucha de su esposa por encontrarlo y de qué forma esta desaparición afectó a toda su familia. Ya se han tenido películas que recuperan historias sobre las dictaduras, como en Argentina con el juicio de los militares de la Junta de gobierno, “Argentina, 1985”; o la que se filmó en Chile sobre la campaña del No para ganar el plebiscito que derrotó a Pinochet en las urnas, y terminó con esa larga y sangrienta dictadura.
Cabe resaltar que, a diferencia de esas dos dictaduras, en las que ha habido procesos penales en contra de los militares que mataron y torturaron, en Brasil no ha sucedido todavía un juicio. Esta situación cobra particular relevancia con los triunfos de la ultraderecha que protagonizó el gobierno de Bolsonaro, que fue una negación de la dictadura y una defensa de ese régimen militar que estuvo 21 años en el poder. Ese expresidente intentó un golpe de estado fallido ante la llegada de Lula y por eso ha sido inhabilitado por la justicia para participar en cualquier cargo de elección popular durante ocho años. Sin embargo, esa ultraderecha está al acecho y se mantiene como una opción política.
El documental palestino ha tenido una suerte diferente, no solo porque se trata de cine independiente que no ha entrado a los canales del cine masivo y las plataformas más vistas como Netflix; en España se puede ver en streaming en Filmin y Movistar Plus. En México pasó en la Cineteca Nacional; en Estados Unidos en algunos cines independientes; en Alemania fue vetada, a pesar de que recibió el premio a mejor documental en la Berlinale de 2024. En Israel le han hecho la guerra desde el gobierno del ultraderechista Netanyahu, y el ministro de Cultura, Miki Zohar, ha prohibido su exhibición; sin embargo, “la ONG pacifista israelí Omdim Beyahad, colidereada por un judío y un árabe, ha anunciado que proyectará la película de forma gratuita en sus centros comunitarios en todo el país” (Antonio Pita, El País, 5/03/2025). Este documental fue realizado principalmente por el activista y víctima del despojo, Basel Adra (palestino) y por el periodista israelí Yuval Abraham. Es la historia de la destrucción de las comunidades de Masafer Yatta en Cisjordania, a pocos kilómetros de Gaza. Escena tras escena se muestra la destrucción de casas, escuelas, pozos de agua, por una arbitraria decisión del gobierno israelí que usa la fuerza militar para ocupar con violencia esas tierras y cederlas a los grupos de colonos de Israel. Una tragedia de despojo que lleva décadas y que ahora se ve agravada por el conflicto en Gaza.
El cine, como memoria y testimonio contra el poder y el olvido…
Investigador del CIESAS. @AzizNassif