El cambio del calendario anual nos juega una ilusión y pensamos que el año que iniciamos estará lleno de novedades, y que muchos de los deseos que queremos se harán realidad. Pero después de tantos comienzos sabemos que vivimos un presente continuo y que las inercias se prolongarán durante los próximos 365 días.
Las realidades en las que estamos inmersos serán la pauta de los viejos y graves problemas que arrastramos desde hace mucho tiempo. En estos días por venir seguirán las caravanas de inmigrantes que vienen del sur y que ya son un flujo humano constante que busca otra vida, refugio, trabajo, sobrevivir a la pobreza y a la violencia. De la misma forma, veremos cómo la violencia y la crueldad seguirán azotando al país; el crimen organizado no se detiene y gana espacios, son un enorme pulpo que se apropia de los territorios y extrae el patrimonio de la gente. Convierte en negocio y mercancía no solo la droga, sino a las mismas personas, a los inmigrantes. Este fenómeno complejo se ha agravado y los diferentes gobiernos no lo han podido cambiar de forma significativa. En 2024 seguiremos con estos dos problemas complejos, la inmigración y las violencias.
En la vida política el proceso electoral será el gran eclipse que nos mantendrá atentos prácticamente durante toda la primera mitad del año, y después veremos cómo se forma el nuevo gobierno y empieza otro ciclo sexenal. En los próximos nueve meses observaremos de qué forma llega a su fin este sexenio que ha sido intenso en muchos sentidos. Habrá unas 180 mañaneras y AMLO querrá dejar una herencia perdurable a través de su movimiento y su partido, porque así pasa con los sistemas presidenciales. La intensidad del cargo unipersonal lleva a este tipo de fenómenos. En este caso el hiperpresidencialismo que se ha desplegado en el sexenio tendrá que mutar necesariamente, sobre todo en la parte personal del liderazgo y el carisma que no son transmitibles, ni heredables.
En los próximos meses México estará inmerso en la continuidad de una sucesión presidencial adelantada que entrará en su última fase, con etapas delimitadas por la legalidad. Como una inundación los candidatos y partidos estarán en los millones de spots, en la prensa y en las redes sociales, de tal forma que entre enero y junio todo será elecciones y propaganda. En este proceso circularán los recursos económicos legales e ilegales, habrá llamadas permanentes de los árbitros, que por lo pronto se muestran como una autoridad debilitada, un INE dividido y un tribunal incompleto. Llegaremos a los meses de campaña (marzo, abril y mayo) con un electorado exhausto, no sólo por el largo tiempo que tenemos ya en esta cruzada, sino porque crecerá la polarización a niveles insoportables. El factor de la violencia -que acompaña a las elecciones- tendrá una presencia permanente, sobre todo en los comicios locales.
Los retos del gobierno serán mantener la gobernabilidad del país y garantizar que la ciudadanía, a pesar de toda la violencia, pueda acudir a las urnas a elegir a sus representantes. No se esperan cambios en la narrativa presidencial, ni tampoco en la confrontación de las campañas. Es previsible que haya dos temas dominantes: la versión de los dos proyectos de país y la temporalidad entre pasado y futuro, en donde las candidatas a la presidencia ubicarán sus discursos.
No comparto la idea de que para hacer cambios hay que sacar el machete y polarizar, pero así fue. Sin caer en la tentación de predecir el futuro, en los próximos meses se puede desear: que tengamos un proceso político-electoral con la legitimidad necesaria para emprender un nuevo ciclo sexenal; que poco a poco dejemos atrás la retórica de la pura confrontación; que se puedan establecer los puentes que permitan a la política negociar y llegar a consensos; que se recuperen los equilibrios de fuerzas entre las oposiciones y el gobierno. No se trata de utopías, pero tampoco de imposibles. Considero que, si el resultado electoral genera contrapesos, quizá se podrán establecer un nuevo escenario que deje atrás la fase de alta polarización. Todo por verse en esta mezcla complicada de realidades, retos y deseos.
Les deseo lo mejor para este 2024. Iniciamos…