Primero que nada, dos o tres reflexiones.

Un buen amigo escritor, en una novela de buenas intenciones, propone eso. El protagonista apoya, ayuda, se empeña en proveer a una serie de personajes que, poco después, lo humillan, lo insultan, lo vejan. Realmente, le dije, la gente buena no le interesa a nadie, ni a los lectores ni a los ciudadanos comunes y corrientes. Por buenos, así nada más.

Otra idea. Han pasado ya muchos años desde la famosa frase donde Mario Vargas Llosa llamó al PRI la dictadura perfecta, dándonos a entender que el fenómeno político mexicano era tema en muchos países.

Ya una final y entraremos al tema. El comediante Groucho Marx, en su papel de rector de una universidad imaginaria en USA, dice ante el consejo académico, Sea lo que sea, estoy en contra, ponderando la intolerancia como medida de prevención.

El discurso de Cayetana Álvarez de Toledo en la reunión Festival de Ideas realizado en Puebla, ha levantado una oleada de comentarios, a favor, en contra, pero que definen la estructura de un pensamiento intelectual de la mejor estirpe. A saber, en algún momento, la política española habla del pesimismo. La coartada de los cobardes. Y va aun más lejos.

No hay que contarles la verdad a los jóvenes. No la entenderían. O peor aun, sí la entenderían y por eso no votarían por nadie, o por lo menos por ningún político mexicano, dice sonriendo irónicamente. El político se convierte en el hada madrina. Es todo halagos, todo mimo, toda promesa que no tienen intención de cumplir. Ahí es cuando el más serio de los políticos se convierte en un vulgar populista. Y viene lo más curioso, cuando Cayetana define la actitud populista.

Es el impúdico culto al pueblo con espurios fines antidemocráticos. Es el presunto político que ve a los ciudadanos como niños para asumir la condición de padre perpetuo. O como padrino, a lo Vito Corleone. Y no solo dijo eso la política española.

Confrontó la figura de “papá gobierno” con la figura de “mami gobierno”. La segunda es el estado del cuidado y paliativos que promete el gobierno como si el erario fuese eterno, inacabable. Después de esta introducción, la política española lanza tres emplazamientos. Damos cuenta de ellos, rápidamente.

1.- Sean optimistas, les dice a los jóvenes ahí reunidos. Y aunque este no está de moda, el pesimismo sí y goza de grande prestigio. El pesimista está enterado de todo, presume de informado. Se regodea en la administración de malas noticias mientras beben champán en sus altos departamentos por sobre las ciudades. Los medios de comunicación les dan cancha. Los pesimistas se aprovechan porque saben que los medios tradicionales están en desventaja contra las redes sociales.

Las malas noticias, recordemos la novela de mi amigo, dan likes, dan clics, nutren los muros de quienes no son periodistas sino tiktokers. Ante esto, Cayetana propone no desanimarse. El pesimismo es la coartada de los cobardes que buscan que no se haga nada. Al no hacer nada, la voluntad es maleable, moldeable, correctiva. El pesimismo es el mejor aliado del populismo.

2.- La educación. Cultivar el mérito, el esfuerzo y la excelencia. Que tampoco están de moda. El gobierno socialista en España, nos dice, ha reformado la Constitución para agregar la materia, “Matemáticas socioemocionales con perspectiva de género”. (¿?).

Las empresas compiten para captar talentos. Claro, para eso necesita haber talento. Uno de los fenómenos más nocivos de esta última década es la desaparición de la figura del experto.

El periodista se ha degradado a la condición de tuitero; el parlamentario a la condición de palmero (es decir, el que solo aplaude) y el científico a la condición de curandero. El tiktoker elevado a la condición de oráculo; el influencer se ha vuelto preceptor y cualquiera de ellos puede ser elegido presidente del gobierno. Entre otras cosas mencionó que estamos en la era de la mediocridad.

3.- Política. Implicarse en ella. Pocos oficios hay mas devaluados y denostados que la política. La política contemporánea se ha convertido en un set de televisión en el que proliferan los payasos, los peleles, los patanes y los pendencieros.

Señala muchos sucesos históricos donde demuestra que el populismo es el enemigo principal de la política. Sin embargo, caminan juntos de la mano. Que el papel principal es la confrontación con todo y contra todos. Y ahí viene el quid de la cuestión.

Cayetana Álvarez de Toledo indica que las mañaneras del presidente de México son precisamente ese set de televisión aberrante. Ahí, AMLO señala a rivales (periodistas, empresarios, políticos) jugando al peligroso juego de divide-y-vencerás.

Es fácil detectar a un populista. Su fin es el poder absoluto y su medio la polarización.

Ante tal discurso, el público guardaba un prudente silencio, roto a veces por alguna demostración de asentimiento cuando la española dio su voto a Xóchitl Gálvez.

El llamado a la tolerancia no se hizo esperar. Sin embargo, permeado el campo de batalla, no se dio otro conato parecido.

El exordio final fue hacia los jóvenes. Exordio que dio en pedirles que se dediquen a la política, no solo como los populistas sino contra el populismo.

Los jóvenes se deslindaron de la democracia. Y ahí vienen los burros de Troya de la democracia, agrega. Cabalgan a lomos de la ignorancia. Se disfrazan de demócratas para destruirla desde el interior. Aceptan los Poderes de la nación para luego maniatarlos, sojuzgarlos, destruirlos.

Después, la larga postura sobre el crimen organizado en México. Abrazos, no balazos es un slogan bonito, vuelve a la carga la española, pero realmente quiere decir, Abrazos a los que dan balazos.

En resumen, y haciendo una conclusión, Cayetana Álvarez de Toledo puso el dedo en la llaga. Dijo a quién debía decirle lo que debía decirle. Puso los puntos sobre las íes. Hizo un hermoso discurso que fue aplaudido y atropellado. Hizo lo que los buenos oradores hacen. Dio elementos, dio alguna solución y dio visos de una realidad que se debate entre lo absurdo y el peligro. Siendo sinceros, no sabemos si vemos todos los días en nuestro país una tragedia o un sainete.

La española se metió en un peligroso laberinto. ¿Quién de nuestros políticos haría este ejercicio así, honesto, correcto, con verdades? No tengo la respuesta.

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