La pregunta es ociosa. Todos la hacen, así que vamos a determinar una respuesta. ¿Quién ganó el debate? Este último, el tercero lo ganó Xóchitl.
Además, estuvo circundado por ese fenómeno que reunió a millones de ciudadanos a lo largo y ancho del país. La Marea rosa se dio como una avalancha. Llenó plazas, reafirmó la actitud contra la actual administración regida (y nunca vino mejor una palabra) por el actual presidente. La Marea rosa puso algunos puntos sobre las íes que no las puso el debate.
Las candidatas dijeron lo que tenían que decir y después se dedicó Xóchitl a lanzar misiles que perforaban la fortaleza morenista y esta última a sonreír con soberbia, a desdeñar los cuestionamientos. Y el silencio va a durar hasta el 2 de junio. Claro, un político de esos que nunca faltan dijo que las elecciones se ganan llenado urnas no plazas.
Xóchitl Gálvez ganó el tercer debate. Aprovechó sus fortalezas personales, fue incisiva para atacar a Claudia Sheinbaum y fue capaz de diferenciarse en temas estratégicos como en seguridad pública. También defendió a las instituciones clave para mantener la democracia.
Lo ganó igualmente porque Claudia Sheinbaum, en una posición de empate técnico, evadió varios cuestionamientos. No propiamente por un mal desempeño de la candidata oficial, sino por un mal desempeño del gobierno federal en materia de (in)seguridad que ella insiste en defender sino por lo menos una pizca de autocrítica. Gálvez gana también la agenda de los próximos días, en el que seguro se posicionarán las acusaciones de narcogobierno, narcopartido y en contra de Mario Delgado.
Gálvez tuvo una gran jornada. Aprovechó la motivación que le dio el evento masivo en el Zócalo y replicado en el país y ciudades del extranjero. Su discurso en la Plaza de la Constitución fue potente, convincente y sin fisuras. Impecable y memorable. Tanto ella como el candidato a jefe de Gobierno de su coalición, Santiago Taboada, tuvieron un amplísimo respaldo ciudadano.
La Marea rosa ha dejado una fase que ya no podrá evadirse. Claudia Sheinbaum se vio por demás rebasada por la soberbia. La guerra ya pasó, se atrevió a decir. Por lo consiguiente, estamos en tiempo de paz. ¿En serio? No le bastó recibir de sus propios correligionarios el NO tajante ante la pregunta sobre las medicinas, los médicos, los enfermeros y ese sistema de salud que nunca nunca se pareció o fue mejor que Dinamarca. Ahora bien, el misil más explosivo no fue dirigido propiamente contra la Sheinbaum sino contra uno de los más connotados morenistas. La Marea rosa deja una pica muy grande porque ha hecho tomar una decisión a quienes aun no la habían tomado.
Durante el tercer y último debate presidencial, celebrado este domingo, la candidata opositora Xóchitl Gálvez fue la indiscutible ganadora, vio por el país, habló de los momentos más peligrosos de seguir votando por el partido oficial, fue cautelosa en sus propuestas, incisiva en sus posicionamientos. Sobre todo dejó ver la resolución de su proyecto de nación en tres palabras, vida, verdad, libertad. Con ellas, la oposición debería mover cielo y tierra en apoyo a Xóchitl Gálvez Ruiz.
Fuera de esto, fue un debate muy cauteloso. Sobre todo, después de la Marea rosa y la presencia de Xóchitl Gálvez en el zócalo. Claudia iba a exterminar a su oponente en el debate. Se enfrascó la candidata de Morena en responder, malamente, los cuestionamientos de la candidata de la coalición Fuerza y corazón por México. Claudia volvió a olvidar ese dicho muy ad hoc, El que calla otorga.
Eso es lo que hizo la candidata de Morena. Calló. Dejó que Xóchitl lanzara misiles, uno tras otro, porque eso sabe muy bien Xóchitl. Ya que lanzaste el primero no debes dejar que el contrario se levante. Lo que no pudo responder la candidata de Morena fue contestado en el zócalo por Xóchitl Gálvez ante todo el país.
¿Vio el lector el rostro de Claudia al hablar de los nexos con el narco de Mario Delgado o los devaneos del presidente con el narco o la conducta de sus hijos? Cita Xóchitl el libro La heredera de Anabel Hernández y señala el cuestionamiento de la candidata de Morena, la de los muchos trámites. Inmediatamente, la moderadora Luisa Cantú Ríos recordó que no estaba permitido mostrar libros. No hizo lo mismo con Máynez que por cierto siempre guardó una consideración extremadamente grande para la moderadora.
Lo más grave es que el presidente de México, sin acudir a otros argumentos, llamó “traidores a la patria” a quienes fueron a la Marea rosa. Claudia pretendió, porque así fue, demostrar que los únicos demócratas son los que pertenecen a Morena. Entre muchas banalidades, en un país demasiado ofendido por el autoritarismo del partido en el poder, Claudia propuso, una vez más, votar por todo el carro de Morena, preludiando un carro completo. Es decir, el laburo (como le dicen los argentinos al trabajo) de la presidenta tiene que ser fácil. Congreso, senado, poder ejecutivo, gobernadores, ediles, todos de Morena, como en los mejores tiempos del PRI.
Diseminan ella y el presidente que son humanistas cuando son los primeros en eliminar las políticas de salud y de educación.
Inició su alocución Claudia refiriéndose al 2 de octubre de 1968 y a la masacre en ese tiempo. Ella, quizá por joven, no recuerda que el presidente militaba en el PRI del mismo modo. Vive en el pasado Claudia. El 68, el PRI, las gestiones de Fox o Calderón son su base de crítica, de pesar. De Peña Nieto no habla, curiosamente. Claudia pervive lo que pasó y cuando habla de lo que sería de ser ella presidente de México suena a mentira, a falacia. Claudia ya no se sostiene en el presente porque para ella es una elite de totalitarismo. El futuro es Morena.
No sé si no se da cuenta de que al ganar ella ocurrirían dos cosas 1) Sería el último sexenio de su partido. 2) No podría gobernar porque AMLO estaría ahí, tras ella, murmurando en su oído.
El clientelismo electoral fue revivido. Morena apuesta al voto clientelar. Xóchitl apuesta al convencimiento. El matiz es muy sutil pero interesante. Convencer es hacer conciencia. Amenazar resulta más fácil. Lo dijo el presidente de México antes de serlo, Tomen lo que les den y voten por quien quieran. Este argumento es ahora contra la administración amlista y por supuesto, el presidente está muy ofendido. Fue el peor debate de los tres. No por Xóchitl que puso las cosas en su sitio. Sino porque no tuvo réplica.
En algún momento, un analista, muy respetable, aunque tendencioso, dice que es imposible que el segundo lugar en las encuestas alcance al puntero el día de la elección. Del mismo modo, se puede decir que oponerse a la Marea rosa es temer que de esa marcha salgan convencidos de no votar por Morena los dudosos.
Finalmente, el debate lo ganó Xóchitl, como los otros dos. Fue una jornada de certeza para nosotros, de la decisión que parecía indecisa y de la manera en que vemos caer desde lo más alto a quien no reunió las fuerzas para deslindarse de su terrible mentor. Así las cosas.