La obispa ya lo había hecho:
En Minneapolis, luego de que la policía mató a George Floyd, multitudes tomaban las calles en Estados Unidos. Ella seguía conmovida por las movilizaciones cuando vio llegar a Donald Trump, que se abría paso rodeado de elementos de seguridad hacia la Plaza Lafayette, ahora llamada Black Lives Matter, en Washington DC. Previamente, habían dispersado con violencia a los manifestantes que protestaban en el lugar. Ese 1 de junio de 2020 a las 7 de la noche, el presidente, con una Biblia, al revés, en la mano, se dirigió a las cámaras: “Este es un gran país”, usando como fondo la histórica iglesia episcopal de Saint John. Entonces, Mariann Edgar Budde se hizo escuchar.
Ante los medios habló claro: “El presidente usó la Biblia, el texto sagrado de la tradición judeocristiana, y usó una de las iglesias de mi diócesis, sin permiso, como fondo para un mensaje contrario a las enseñanzas de Jesús. Todo lo que ha dicho y hecho es para encender la violencia. Necesitamos un liderazgo moral y ha hecho todo para dividirnos”. Después: “Dicen que fui valiente, la verdad más bien me sentí convocada a tomar mi lugar junto con otras personas que estaban siendo valientes”.
Lo cuenta en su libro How we learn to be brave. Decisive moments in life and faith (Cómo aprendemos a ser valientes. Momentos decisivos en la vida y la fe), publicado en 2023. Mariann narra su vida sin eludir momentos difíciles, como la ruptura familiar en su infancia, su necesidad de pertenencia, su tránsito de la iglesia cristiana hacia la episcopal, la vida junto con su esposo Paul y sus dos hijos, su búsqueda espiritual y un ética con prioridades: la igualdad racial, la compasión, la justicia social, la defensa de los derechos civiles de los más vulnerables, los inmigrantes y la comunidad LGTB+.
En otra biografía, escrita por Ethan Williams (2025) leo que Mariann nació en Ridgefield, Connecticut, en diciembre de 1959, tiene una licenciatura en Historia por la Universidad de Rochester y maestría y doctorado en el Seminario Teológico de Virginia. Durante 18 años fue rectora de la Iglesia Episcopal en Minneapolis. En 2011 se convierte en la primera mujer electa como obispa en la Diócesis Episcopal de Washington. Siempre se opuso a las políticas discriminatorias y usa su cargo para abrazar la inclusividad. Ha impulsado programas en apoyo a inmigrantes, marginados y gente que lucha por librarse de las adicciones, clínicas legales gratuitas, despensas de alimentos y grupos de apoyo a la comunidad LGTB+. Para ella, la Iglesia no es solo un lugar de culto sino un vehículo de cambio social y debería ser un espacio “donde todas las personas se sientan visibles y queridas”.
La obispa fortaleció su liderazgo moral la semana pasada cuando, en su cara, le pidió a Trump ser compasivo y defendió a los migrantes, a la niñez en la comunidad LGTB, a los que tienen miedo… en un sermón que será histórico. Enfurecido, el presidente le exigió disculparse a lo que ella se negó con admirable integridad.
En su libro, narra los pasos que le han dado la capacidad de responder así a esos momentos. Esta, dice, no cae del cielo, la preceden años de preparación: “El coraje de ser valiente cuando importa serlo requiere de una vida de decisiones cada día (…) También se trata de una profunda experiencia espiritual en la que nos sentimos parte de algo más grande que nosotros y guiados de alguna manera por un gran espíritu en el trabajo, en el mundo y dentro de nosotros”.
Lectora voraz, escribe porque “aprendemos a saber quiénes somos y nuestro sitio en el mundo contando historias”. Gracias, Mariann.