El Penacho atravesó el océano, sobrevivió inclemencias del tiempo, asaltos piratas, saqueos y guerras; pasó de barcos a palacios y de bazares a bodegas hasta que llegó a Viena. Son más de 500 años de historia.

En México los historiadores han debatido si el Penacho formó parte de los primeros envíos de Hernán Cortés a Carlos V en el conjunto que tradicionalmente se ha llamado “Tesoro de Moctezuma”, documentado en las Cartas de Relación. Las opiniones se dividen en cuanto a que si esta joya de arte plumario salió como “regalo” del tlatoani o fue en realidad un tributo producto del primer acto de sumisión del imperio mexica ante los conquistadores.

En 1995, Blanca Barragán Moctezuma, descendiente del emperador (decimoquinta generación) hizo público el árbol genealógico y el testimonio de Tecuichpo, la última princesa mexica, hija de Moctezuma II y a partir de quien la historia se ha relatado oralmente de generación en generación familiar.

Según esta versión, aquí resumida, ya habían dado muerte a Moctezuma cuando Cortés saquea el palacio de Axayácatl y roba los aposentos, el penacho, el banderín y el escudo de armas del emperador. Durante la “Noche Triste”, junto a Tecuichpo, que había caído prisionera, los mexicas rescatan el Penacho que pasa a manos de Cuitláhuac y al morir éste, de Cuauhtémoc, quien hereda el cargo de tlatoani y se casa con la princesa. Un año después, los conquistadores cercan Tenochtitlan y se apropian de la corona de plumas.

El capitán Alonso de Ávila y su compañero Antonio Quiñones reciben la encomienda de Cortés de llevar los tesoros a Carlos V para reivindicar su deteriorada imagen agravada por la falta de pago del Quinto Real. Jan Florín, el corsario francés que capitanea toda una armada de piratas, los asalta en altamar, les roba el tesoro y llega a Francia para entregarselo al rey. En 1580 la Cámara Real de Francia es robada con todo y los aposentos de Moctezuma que se ponen a la venta en Italia y en 1583 el archiduque Ferdinand de Tirol, sobrino de Carlos V, los adquiere y los lleva a su castillo de Ambras en Innsbruck. Según otras fuentes, el Penacho estaba en la cámara de artes del Conde Ulrich Von Montfort, en la población de Tennang (Suabia) y es ahí donde el archiduque adquiere el acervo. El Penacho permanece en Ambras hasta el siglo XIX cuando se va a Viena. La mudanza obedece a cuestiones de seguridad ya que Tirol estaba en guerra con Bavaria. Según otra versión, que guarda Innsbruck en su memoria, el Penacho sale de Ambras durante la Segunda Guerra Mundial cuando, a raíz de los saqueos nazis del arte, los herederos le dan a Viena su colección en resguardo, pero al finalizar la guerra les niegan la devolución con el argumento de que los tiroleses los habían traicionado favoreciendo a Hitler.

Según la primera versión, a finales del siglo XIX el Penacho se descubre en una vitrina del castillo de Belvedere en Viena junto con el inventario de la excolección de Ambras. Y en 1880 se traslada al Museo de Historia Natural convertido, en 1928, en Museo Etnológico de Viena y hoy rebautizado Museo del Mundo, donde aún se exhibe.

¿Robo o regalo? El dato será clave en las nuevas gestiones encabezadas por Blanca B. Moctezuma y el despacho Burris, Schoenberg & Walden, el mismo que logró la restitución del Retrato de Adele de Klimt, (robado por los nazis en Viena), a los legítimos herederos exiliados en Estados Unidos.

Lejos de alimentar viejos rencores o fanatismos, que la respuesta sea para reflexionar sobre la historia y el patrimonio cultural a la luz del presente, con nuevas propuestas de intercambios culturales con el mundo.

adriana.neneka@gmail.com

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