De Gilgamesh a los personajes fantásticos de Guillermo del Toro, Fantasía, la gran exposición de invierno en la Biblioteca Británica de Londres y el libro que la acompaña, Reinos de imaginación, es un viaje a lo imposible para aprender a ver con nuevos ojos el mundo real.

La exposición se divide en cuatro secciones. La primera: “Cuentos de hadas y folclor” aborda una amplia gama de culturas y explora las más antiguas raíces de la fantasía moderna aún antes de haberse recolectado y puesto por escrito. Encantamientos y hechizos, transformaciones mágicas, intervenciones sobrenaturales y encuentros con otros mundos son los ingredientes que, según los curadores de la exposición, la fantasía moderna toma prestados del folclor y la tradición oral.

Considerados frecuentemente como entretenimiento ligero para el público infantil, estos cuentos son más bien complejos y tienen varios niveles de lectura, igual que los de los hermanos Grimm, Andersen o Perrault. Además de los manuscritos y libros, el enorme linaje de los cuentos clásicos palpita una y otra vez, alrededor del mundo, en las artes visuales y las escénicas, desde el ballet y el cómic, hasta la ópera y las películas de Disney.

La segunda sección es “Épicas y Misiones” y explora cómo estas formas que están entre las más antiguas de la literatura han inspirado a autores de obra fantástica. El heroísmo, el conflicto, la aventura. Desde Gilgamesh, considerado como el más antiguo cuento épico, la Iliada y la Odisea y Beowulf hasta las historias del Rey Arturo o los relatos chinos en Viaje al Oeste, están aquí.

“Extraño y Misterioso” es el nombre de la tercera sección. Un paseo por el mundo gótico y del horror. Demuestra que las fantasías tenebrosas no sólo están diseñadas para atemorizar, sino que también pueden evocar sentimientos de placer y reconciliación. Presencias que fueron monstruosas pueden devenir heroicas o benignas. Autores contemporáneos cuestionan si lo extraño es inherentemente aterrador o representa una proyección llena de miedo de prejuicios culturales injustificados. Guillermo del Toro y sus creaciones tienen un lugar destacado en esta área.

Por último, “Portales y mundos” aborda el proceso de creación de realidades alternativas en las que podemos sumergirnos y es, según la curaduría de la exposición, uno de los elementos distintivos de la fantasía moderna. Ya sea un pasaje físico, un objeto mágico, un deslizamiento de tiempo o algo más misterioso, los portales resultan atractivos para los nuevos jóvenes que leen. Autores de este género han diseñado lenguajes, creaturas, culturas, historias y mitologías de los mundos que inventan. Un ejemplo luminoso es Glass Town, el mundo infantil imaginario que inventaron las hermanas Brontë en el siglo XIX.

De las colecciones de la Biblioteca, la más rica del mundo en el género de fantasía, provienen los libros y manuscritos originales, pero también hay vestuarios, ilustraciones, pinturas… de coleccionistas particulares y fans de la literatura fantástica. Están por ahí el vestuario que usaron Margot Fonteyn y Nureyev en 1972 durante la puesta en escena de La bella durmiente o el libro miniatura original de The search after happiness, de Charlotte Brontë, entre miles de piezas más.

Recientemente la Biblioteca Británica sufrió un grave ciberataque a sus sistemas que hackeó información de sus colaboradores y usuarios; 573 gigabytes de sus datos fueron a dar a una red oscura. Con este episodio, la biblioteca ingresa como protagonista involuntaria, ya no solo del mundo de la fantasía, sino de la ciencia ficción del siglo XXI.

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