Dos acontecimientos sacudieron durante los últimos años a las instituciones culturales en México: la llegada al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y la pandemia.
El silencio impuesto por el confinamiento a las artes escénicas y los cines, el desempleo de los trabajadores de la cultura y la mudanza a la transmisión en línea cambiaron la relación del arte y la cultura y las instituciones con los públicos, pero también agudizaron la precariedad ya existente antes en el mundo del trabajo creativo que los recortes presupuestarios no hicieron más que radicalizar. El nuevo libro Emergencias Culturales. Instituciones, creadores y comunidades en Brasil y México (de Néstor García Canclini, con un equipo integrado por Juan Ignacio Brizuela, Sharine Machado C.Mello y Mariana Martínez Matadamas) abarca una profunda reflexión acerca de las instituciones culturales y su capacidad, o no, de reformarse para atender necesidades sociales.
Una de las paradojas más reveladoras que se desprenden de la investigación coordinada por García Canclini es que si bien en México el discurso oficial ha defendido una y otra vez la democratización al acceso a los bienes culturales, y lo comunitario como prioridad, durante la pandemia la 4T no sólo decretó una política de austeridad sin precedentes, sino que la mayoría de las comunidades creativas independientes y los trabajadores sin prestaciones laborales o seguro médico quedaron a la deriva y sin trabajo. Las instituciones culturales han tendido a imitar, cada vez más, procedimientos neoliberales en un gobierno que se dice de izquierda.
Al mismo tiempo en Brasil, con un gobierno autoritario como el de Bolsonaro, la sociedad civil y las redes de comunidades creativas lograron la aprobación en el Congreso de la Ley Aldir Blanc. Única en Latinoamérica, hizo posible que se canalizaran fondos de emergencia para una renta mensual a los trabajadores de la cultura, subsidios para espacios artísticos, pequeñas empresas, cooperativas y organizaciones comunitarias. Se crearon 400 mil puestos de trabajo. Y luego, lograron otra que le da continuidad al programa.
El libro documenta los procesos y los actualiza. Porque la reconfiguración de lo comunitario, lo estatal y lo empresarial es tendencia en todo el mundo. Con acento en lo sociocultural, el estudio parte de concebir a la cultura “como el conjunto de prácticas simbólicas, ancladas en lo social y lo económico, donde elaboramos el sentido de la vida en común”. Ofrece reflexión y estadísticas frescas alrededor de políticas públicas y análisis de presupuestos y programas para cultura, expone el predominio de lo declarativo, los discursos y los hechos, los empleos y desempleos; entrevistas con artistas, gestores, activistas, mediadores culturales y observadores especializados. La realidad y la transformación posible.
Emergencias culturales también registra las propuestas de movimientos socioculturales emergentes. Uno de los más interesantes es el de antimonumentos en México, que García Canclini aborda junto con su colaboradora Mariana Martínez Matadamas. O el de “No vivimos del aplauso”.
Hoy, que se discute el presupuesto para Cultura en 2024; que se debaten megaproyectos sexenales como “Chapultepec, Naturaleza y Cultura” y el Tren Maya, que no sabemos si habrá continuidad en la política cultural de la 4T o la oposición presentará otras propuestas, este libro es un faro, una lupa, una linterna para pasar de la inconformidad o el aplauso incondicional a la argumentación sustentada. Para pensar diferente, como propone Néstor García Canclini.