En “La Noria”, a orillas del pueblo de Tepepan, en un casco de hacienda del siglo XVI se reunió desde 1994 la colección más importante de pintura de Diego Rivera y el acervo más grande del mundo en obras de Frida Kahlo, la serie más completa que se conoce de grabados y dibujos de Angelina Beloff, una colección de arte prehispánico y una más, riquísima, de arte popular. Todo este tesoro alberga el Museo Dolores Olmedo en Xochimilco. ¿Será posible que se mude al nuevo parque Aztlán en Chapultepec?

Cuando leo que el gobierno de la Ciudad de México anuncia la construcción de un museo más en Chapultepec, dentro del parque de diversiones que suplirá a la antigua feria, para exhibir el acervo que donó Dolores Olmedo, las palabras de la coleccionista cobran volumen en la memoria de una entrevista que le hice en 1995.

En su casa, rodeada de espectaculares jardines junto al museo, paraíso de árboles frutales y plantas, buganvilias, pavorreales y perros xoloitzcuintles, se presentó: “Me llaman la Coatlicue de Xochimilco”. Y advirtió: “Yo eduqué muy bien a mis hijos, les he hecho muy buenos regalos y los cuatro tienen mucho dinero por lo que no necesitan más y mi museo es para el pueblo de México, y así lo dejé muy claro en la escritura, se trata de una donación a través del gobierno federal con cargo a la secretaría de Hacienda y Crédito Público, para que no se metan conmigo el INBA ni nadie más”.

A la pregunta de por qué no quería nexos con las instituciones culturales oficiales, contestó: “Porque he tenido malas experiencias (…) Ya no estoy dispuesta a que se lleven nada de aquí”.

En 1955 a Dolores Olmedo la nombran presidenta vitalicia del Fideicomiso “Diego Rivera” instituido por el Banco de México, y directora vitalicia de los museos Anahuacalli (en Tlalpan) y Frida Kahlo (en Coyoacán). En 1962 compra la propiedad en Xochimilco, remodela la hacienda y adquiere los terrenos adyacentes hasta alcanzar 32 mil metros cuadrados. En 1965 hace del sitio su casa. En 1994 dona “al pueblo de México”, a través del Fideicomiso “Dolores Olmedo”, el museo que lleva su nombre con toda su colección: 136 obras de Diego Rivera, 25 de Frida Kahlo, más de 600 piezas prehispánicas, el acervo de arte popular y las 42 obras de Angelina Beloff. Se convierte en uno de los museos más ricos y bellos de México.

“Mire linda, yo sé que usted es la única que puede recuperar mi obra, por el cariño y el cuidado que le pone a mis cosas; estas son las obras que usted debe de tener”, le dijo su amigo Diego Rivera en 1956 y le entregó una lista. Así, doña Lola (1908-2002), que era hija de una maestra normalista y que empezó a ganar dinero propio con la venta de tortas y donas para escuelas, que se educó en la música y el arte, controvertida amiga del poder y de los intelectuales y artistas del siglo XX, se hizo “millonetas” con una compañía constructora que ella creó. Comenzó a comprar obra de Rivera y, con mucho esfuerzo, formó la colección más grande del mundo en Fridas y Diegos. Reúne desde el primer retrato que el muralista hizo de su madre a los 10 años hasta Las sandías, la última obra del pintor.

El Museo Dolores Olmedo creció abrazando Xochimilco y en su entorno natural echó raíces. Llevarlo a Chapultepec e insertarlo en un parque de diversiones atenta contra la ética. Si ya tiene una casa inmejorable ¿por qué construir una nueva ahí donde ya abundan los museos?

adriana.neneka@gmail.com

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