Patética la sumisión del caricaturista “El Fisgón” -reconocido por su crítica a las deficiencias, omisiones y errores de otras administraciones- para justificar, en "El Chamuco TV", el ataque que el subsecretario de Salud López-Gatell lanzó a las madres y los padres que han denunciado, desde casi el inicio de esta administración, la falta de medicamentos para niñas y niños con cáncer. Despreciables son sus declaraciones: “son un cuento muy bien armado para dar lástima... una telenovela... una consigna para afectar al gobierno de la Cuarta Transformación”.
Dolorosa la escena de verlo sucumbir a los excesos del poder y sumirse hoy en un profundo desabasto de dignidad y ética profesional, que ni siquiera da cuenta de los hechos, dedicado a interpretar y defender al supuesto régimen transformador. Muy atrás quedó su papel crítico al poder público, denunciante de los abusos de las autoridades, defensor progresista de los derechos elementales de cualquier persona, como la vida y la libertad, sin margen a las concesiones.
A estas alturas, a nadie resulta extraña la narrativa del subsecretario, quien se ha dedicado a ser tapadera del presidente, tanto en el pésimo manejo de la pandemia -con más de 230 mil defunciones oficiales-, como en la ausencia de un sistema de salud pública eficiente, que atienda a las y los mexicanos que se quedaron sin Seguro Popular. No, no sorprende, indigna.
Indigna escucharles que ante las denuncias y las manifestaciones legítimas de madres y padres de familia desesperados por el irremediable deterioro de la salud de sus hijas e hijos, los encargados de difundir la "versión oficial" solo alcancen a señalar que se busca golpear al gobierno de López Obrador y que la falta de medicinas, solo porque lo dicen ellos, es un cuento.
Esto no es una pieza de ciencia ficción ni una estrategia de golpe de estado contra este gobierno, de parte de “grupos de derecha internacionales que buscan crear una ola de simpatía con una visión casi golpista”, y mucho menos un manual de procedimiento que se repite constantemente en Latinoamérica. En todo caso, es el manual de la 4t de siempre: usar una narrativa de desprestigio, esconder los hechos, simular acciones, exaltar ineptitudes y así justificar su caótico desempeño.
El desabasto de medicamentos en México es una realidad que, a golpe de evidencias, ha tenido que reconocer el propio presidente. En su afán por finalizar las compras consolidadas de medicamentos, desde el inicio de su administración se apostó a una nueva forma de adquisición de medicinas que sencillamente no ha dado resultados y, lo peor, tiene en la parálisis absoluta al sector sanitario.
No hay argumento válido que justifique la asignación de algo así como 5 mil millones de pesos en publicidad gubernamental y no haber destinado este presupuesto a tratamientos de quimioterapia. Y qué decir de las tan repetidas cantaletas sin sentido de la política de austeridad y del combate a la corrupción, deformadas de origen, que permitieron la adjudicación directa de contratos de medicamentos que dejó fuera a farmacéuticas para atender a estos pacientes.
Se dejó de utilizar un sistema, pero no se tuvo la precaución de contar con un respaldo suficiente para garantizar la salud de las mexicanas y mexicanos, en particular los casos de cáncer. En nuestro país cada año se diagnostican más de 190 mil casos y de estos, alrededor de 85 mil fallecen.
Vale la pena cuestionar, si después de todo este tiempo en el poder público hay un sistema de salud mínimamente funcional. Y conste que no hago referencia al prometido sistema nórdico para finales del 2020.
Lo que ayer era materia prima para señalar las tropelías oficiales, hoy se ha convertido en parte de una cuidada estrategia para desviar la atención sobre un gobierno rebasado y hasta señalar que se trata de pacientes "neoliberales". En cada gobierno, las autoridades de salud pública hacían valer el juramento hipocrático y velaban por las vidas humanas.
Hoy las dirigencias partidistas tienen la obligación de levantar la voz y exigirle al gobierno que cumpla con sus obligaciones. No hay espacio para la tibieza, porque están en riesgo miles de vidas de niñas, niños, mujeres y hombres con cáncer.
Diputada.