Estamos muy cerca de coronar los esfuerzos de millones y millones de mujeres que, a lo largo de la historia de México, fueron capaces de abrirnos camino a la participación política. En junio de 2024, una de nosotras asumirá el cargo de presidenta de la República.

En el primer paso oficial para consolidar esas luchas escuchamos la convocatoria de dos mujeres que, en su registro ante el Instituto Nacional Electoral (INE), recapitularon sus propuestas para los mexicanos.

La morenista Claudia Sheinbaum eligió registrarse el mismo día en el que cientos de miles de personas se concentraron en el zócalo de la Ciudad de México y más de cien ciudades en el país y en el extranjero, para exigir al gobierno federal el respeto a la democracia que, de acuerdo con las evidencias públicas, está en riesgo.

Bien se dice que en política no hay coincidencias y la ex jefa de gobierno se equivocó al escoger, sea por desdén o soberbia, este día para registrarse, no sólo porque su evento pasó desapercibido, sino por lanzar descalificaciones a los manifestantes, adjetivos que, por cierto, no se ha cansado de usar su jefe político y, en los hechos, su coordinador de campaña.

El planteamiento de la científica no es nada nuevo. Se suma a los dichos y hechos que, como ya sabemos desde su designación, se han dictado desde Palacio Nacional.

En la explanada del INE se atrevió, sin pudor alguno, a mentir una vez más: “Hago un amplio llamado al pueblo de México, a consolidar y profundizar la cuarta transformación de la vida pública de México… La transformación pacífica y democrática que hemos alcanzado es la hazaña del pueblo de México, es el logro colectivo, de un cambio tranquilo y profundo, con firmeza y determinación en la defensa del interés público y social”.

¿En dónde está lo pacífico, cuando el crimen organizado se ha empoderado en este sexenio, al grado de que con total impunidad graba y circula imágenes que muestran sus actividades ilícitas y la crueldad de sus enfrentamientos? En tan solo unas horas, han dado la vuelta en redes sociales los videos de 17 cadáveres apilados en San Miguel Totolapan, Guerrero, bajo la narración de quienes se saben impunes, lo que demuestra que fue insuficiente la intervención de los clérigos de la zona ante la ausencia del gobierno, que se niega a asumir su responsabilidad constitucional.

Por desgracia, la historia de esta ola desenfrenada de violencia se repite en diversas zonas del país: Zacatecas, Jalisco, Colima, Veracruz, Chiapas, Tabasco, Tamaulipas, Baja California y un largo etcétera.

¿En dónde está lo pacífico, si hemos visto los llamados desesperados de los transportistas que piden la intervención del gobierno que no los oye y menos los atiende? Robos, agresiones y asesinatos son la constante en gran parte de las carreteras de México.

¡Qué descaro y cinismo!

¡Cuál transformación pacífica si, día tras día, desde palacio y ahora desde la sucursal cuatroteísta, se han dedicado a señalar, agredir y amenazar, es decir, destilar odio a todo aquel que no comulgue con las máximas del obradorato: lealtad ciega, sumisión completa, mientras el país sufre las consecuencias de su incapacidad, ineptitud y complacencia!

En contraste, Xóchitl Gálvez, además de respetar el espacio público de los ciudadanos, entendió muy bien la demanda ciudadana de construir un gobierno cuya principal riqueza es el respeto a la pluralidad.

La hidalguense fue capaz de concentrar el anhelo de paz de millones de mexicanos. Relajada y convencida expuso:

“Yo quiero un México donde la máxima tribuna política no use su voz para sembrar el odio y la discordia entre las personas y cosechar la violencia… Hoy, el crimen organizado controla bastos territorios del país, el gobierno no debe permitir que ese control territorial trastoque la voluntad ciudadana que se expresará en las urnas el próximo 02 de junio. La fuerza del narcotráfico y la delincuencia es la mayor amenaza a la soberanía del Estado Mexicano y un riesgo inminente sobre el funcionamiento de nuestra democracia”.

Los contrastes son evidentes: el oficialismo insiste en continuar con la supuesta transformación, en seguir por el peligroso y violento sendero de la simulación, porque la autoridad se niega a reconocer los problemas y no asume su responsabilidad.

Es continuar con la disminución de nuestros derechos humanos a la vida y a las libertades de tránsito, expresión, manifestación, a la propiedad privada.

Es condenar a los mexicanos a vivir bajo el acecho de la muerte.

Mientras, la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México nos invita a elegir la vida y la reconciliación, el acuerdo y la concordia, el respeto entre los diferentes. Nos convoca a dejar atrás el encono, a respetar las leyes y a fortalecer las instituciones, esas que pueden garantizar la ejecución de políticas públicas eficientes y universales, que atiendan a todos por igual y sin distingos.

Por eso, es fundamental que quienes tomamos la decisión de volcarnos en las calles el pasado 18 de febrero para defender nuestra democracia, nuestras instituciones y nuestra libertad, nos toca redoblar esfuerzos para multiplicarnos, para lograr que las urnas se llenen de millones de boletas que demuestren la esperanza de que sí tenemos otro camino para construir un mejor Porvenir para México.

Política y Activista

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