Xóchitl Gálvez concluyó su campaña, rodeada de millones de mexicanos que deseamos un mejor país, porque en estos seis años tuvimos un gobierno fallido. Y no me refiero solo a quienes acudieron a sus mítines o promovieron su candidatura formalmente, sino a todos aquellos que la arroparon y acompañaron a lo largo y ancho de este país en estos meses, desde sus hogares, trabajos y espacios, porque padecieron los estragos de la mal llamada transformación.
A diferencia de la candidata del oficialismo, Claudia Sheinbaum, quien desde hace más de tres años inició este proceso bajo la protección que brinda el poder, el dinero público y el cinismo de la clase gobernante, Xóchitl no rehuyó la responsabilidad de enfrentar, como se veía venir, una elección de Estado encabezada por el inquilino de Palacio Nacional, que no se ha detenido para usar todos los medios a su alcance con tal de que su elegida gane, incluso si eso implica violar la Constitución, tal y como lo ha hecho en su administración.
Por eso, es importante que todo México sepa que no está sola. Son miles de ciudadanas y ciudadanos los que trabajamos para sumar voluntades, porque sabemos que esta elección no es igual que las anteriores: hoy defendemos el Estado de Derecho, las instituciones y la democracia; hoy defendemos los avances de la política pública que se lograron gracias a la pluralidad, al diálogo respetuoso y al compromiso con México.
Especial mención merecen sus compañeros y compañeras de viaje que, en nueve entidades federativas, han demostrado que Morena y los cuatroteístas no son invencibles, así tengan el descaro y la incongruencia de seguir el ejemplo presidencial de valerse de todo para lograr sus propósitos, que en nada benefician a los mexicanos y mucho los lastiman.
Xóchitl Gálvez y la coalición Fuerza y Corazón por México ganarán, sin duda, con Eduardo Rivera, en Puebla, con Libia García, en Guanajuato, con Santiago Taboada, en la Ciudad de México, con Renán Barrera, en Yucatán, con Pepe Yunes, en Veracruz, con Lucy Meza, en Morelos, mientras avanzan con gran valentía y compromiso Laura Haro, en Jalisco, Lorena Beauregard, en Tabasco y Olga Luz Espinosa, en Chiapas.
Todos ellos, con las credenciales que les dan sus resultados al frente de los cargos que han ocupado, sin problema alguno se someterán al escrutinio público, con la seguridad de poder mirar de frente a los mexicanos y mexicanas. Ellos, al igual que Xóchitl, defienden los valores de la vida, verdad y libertad.
Son los estados gobernados por Morena donde el desastre cuatroteísta es evidente: más inseguridad, mayor pobreza, servicios y obras públicas deficientes, soberbia e intransigencia. Eso es lo que representan Martí Batres, Cuitláhuac García, Cuauhtémoc Blanco, Rutilio Escandón, Carlos Manuel Merino y quienes ahora pretenden sucederlos por parte del movimiento “transformador”, que es más bien “destructor”, quienes seguirán en la misma ruta.
Claudia Sheinbaum va acompañada de impresentables personajes que no pueden explicar cómo han aumentado sus fortunas personales ni cómo han adquirido casas y propiedades en México y en el extranjero a costa del erario, en detrimento de los mexicanos. En definitiva, no pueden dar cuenta de su negligencia criminal en los puestos que han ocupado.
El denominador común de todos ellos es ser cómplices de desfalcos, de despojos, de tragedias y del inocultable manto de impunidad, todo por su ambición de poder. Por más que lo nieguen, ellos arrastran la mentira, el robo y la traición al pueblo de México y a las causas que fueron incapaces de representar.
De ahí mi llamado a tener confianza, porque Xóchitl Gálvez llegará al triunfo con grandes compañeras y compañeros de viaje, que nos llenan de esperanza en la reconstrucción de México y de un mejor porvenir para el país.
Política y activista