La inteligencia artificial (IA) ya es parte inherente de nuestra vida cotidiana. Desde asistentes virtuales y motores de búsqueda en internet hasta herramientas de análisis de complejos de datos, la IA nos rodea cada día más. Ante esta realidad no podemos perder de vista la importancia de la protección de nuestros datos personales. ¿Sabemos cuánta información estamos compartiendo, quién la usa y con qué propósitos?

Por principio básico, la IA requiere de información para su funcionamiento. Los algoritmos recopilan nuestros hábitos, preferencias e incluso aspectos sensibles como nuestra ubicación, identidad o historial de búsquedas. En muchos casos, esta recopilación sucede sin que las personas usuarias tengan plena conciencia de ello.

En México, la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares establece estándares mínimos como el consentimiento informado y la seguridad en el manejo de información. Sin embargo, la velocidad con la que avanza la IA supera muchas veces la capacidad de regulación y supervisión de las autoridades, dejando a la ciudadanía en una posición vulnerable.

Algunos riesgos que hoy podemos identificar al usar IA son la pérdida de control sobre nuestros datos personales, publicidad invasiva, filtraciones y hackeos a empresas e instituciones públicas -exponiendo información sensible- y el uso indebido de esa información por ciberdelincuentes con distintos fines, por ejemplo, de extorsión y fraudes financieros. En México, desafortunadamente los delitos cibernéticos están incrementando exponencialmente, particularmente los relacionados con fraudes.

Sin embargo, hay acciones concretas y sencillas que podemos tomar para reducir esos riesgos, por ejemplo, revisar detenidamente las políticas de privacidad de las aplicaciones de IA, evitar proporcionar datos sensibles en plataformas de IA; configurar adecuadamente la privacidad (por ejemplo, ajustar permisos para restringir el acceso a la cámara, el micrófono o la ubicación), optar por plataformas confiables y evitar compartir datos irreversibles, como huellas dactilares o reconocimiento facial, que son información personal que no puede cambiarse una vez expuesta.

Ahora bien, la protección de los datos personales no debe recaer únicamente en las personas: empresas y gobiernos tienen la responsabilidad en garantizar el uso ético de la IA. Hasta este momento el INAI juega un papel clave como autoridad nacional en materia de protección de datos personales, pero ante su inminente extinción es necesario que las autoridades que asuman sus funciones aseguren su capacidad de supervisión y fomenten una legislación más robusta ante los crecientes desafíos de la IA.

Por su lado, el sector privado debe garantizar transparencia y responsabilidad en el manejo de datos, especialmente aquellas que desarrollan herramientas de IA, brindando opciones reales para que las personas usuarias controlen su información.

La IA representa una revolución tecnológica sin precedentes, pero su avance debe equilibrarse con la protección de la información personal. La pregunta no es si la IA seguirá avanzando, sino si lo hará de una manera que respete nuestra privacidad. En la era digital, la protección de los datos personales no es solo un derecho, es una necesidad imperante.

Comisionado Presidente del INAI

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios