Por Toño Gallardo  

Hace poco en una mesa redonda sobre el tema de SOSTENIBILIDAD, inicié con una frase muy provocativa:

“Quisiera presentar en este evento el anteproyecto del acta de defunción de la especie humana”.

Me contuve y propuse la siguiente reflexión: Hemos modificado tanto nuestro medio ambiente, que ahora debemos modificarnos nosotros mismos para poder vivir en él.

Y siguiendo en la mesa redonda nos enfrascamos en un debate poco productivo sobre las palabras SOSTENIBLE y SUSTENTABLE. Para eso hay que aprender a hablar, a escribir, pero sobre todo a leer y entender los significados.

Y mencioné que fue poco productivo porque perdimos un tiempo valioso para analizar la situación que se vive en el mundo entero, en esta época en la que debería haber una mayor y mejor comunicación, somos rehenes de la desinformación, de las opiniones superficiales con ausencia de rigor, y no digamos científico, sino más lógico y racional.

Hoy nos enteramos a una velocidad impactante de desastres naturales, sismos, huracanes, erupciones de volcanes, sequías, inundaciones como lo sucedido en los estados de Veracruz, Puebla e Hidalgo, pero también de conflictos sociales, políticos, guerras, muertes, pobreza, hambrunas, y también más.

La naturaleza hoy cada vez más nos muestra errores cometidos por el ansia de la inmediatez y la irracionalidad, y solo como una reflexión oportuna observemos los efectos de esa gravísima catástrofe que causaron las inundaciones de proporciones impensables. Reconstruir sin pensar en el futuro en las mismas condiciones que se ha venido haciendo, será una crónica de una condena anunciada.

Hoy pese a que en la agenda de la Organización de las Naciones Unidas se continúa hablando de los objetivos para el 2030 en materia de sostenibilidad,  a menos de cinco años, poco avance hay, acciones aisladas, pero también desprecio de las propuestas y carencia de organización de todos los actores.

Sin embargo en muchos ámbitos permanece dos elementos para los que no existen antídotos, la esperanza y la razón, y eso es base no solo para pensar, sino para actuar con optimismo.

En este medio se presenta la oportunidad de manera cotidiana de una significativa acción, GANAR-GANAR, pero con un sentido más que multiplicado de GANAR DOBLEMENTE, es decir, NO PERDER.

Y con ese sentido recurro a una frase demoledora de José Martí, “La mejor manera de decir, es hacer”.

Si bien existen acciones importantes en algunos ámbitos con iniciativas como la EMPRESA SOCIALMENTE RESPONSABLE, es de vital importancia permear en las bases de la sociedad con acciones cotidianas, y esto se logra desde la infancia, en casa y las escuelas.

En materia de edificación llama la atención que en obras de escala menor aún no existe una verdadera conciencia, pues se siguen usando materiales y procedimientos de construcción tradicionales y tanto los trabajadores como pequeños constructores aún no cuentan con una cultura de sostenibilidad, y en muchos casos es más notable en la autoconstrucción de vivienda en áreas urbanas, pero también suburbanas, a las laderas de ríos y montañas en donde no hay conciencia de los riesgos.

Afortunadamente en barrios populares se han puesto en marcha proyectos participativos para el uso racional del agua, así como la aplicación de normas para el rehuso de la misma que ya es de observancia en algunas ciudades, y cada vez hay más programas de cosechadoras de agua, sobre todo en la zona oriente de la CDMX. La paradoja es que pensando en cosechar agua en algunos sitios en otros se desbordan ríos.

Si hablamos de la ECONOMÍA CIRCULAR, poco se entiende conceptualmente en la vida cotidiana, aunque se aplica por sentido común, Reducir, Reciclar, Reutilizar, Reparar y Recuperar, y paradójicamente estas acciones se aprecian más en zonas populares, en donde existen lecciones precisamente por la escasez de recursos.  Aprender de esas comunidades es una auténtica oportunidad para asimilar el sentido de GANAR-GANAR

Así como todos podemos aprender en el campo, en donde observar el comportamiento de la naturaleza y de los animales nos brinda una lección de enorme valor.

Poner en valor esa sabiduría es sin duda la clave para RE-HABITAR el planeta con criterios de un MODELO SALUTOGÉNICO que postula que la buena salud emocional, psíquica y somática se mantiene gracias a la habilidad dinámica del ser humano para adaptarse a los cambios de sus circunstancias vitales, poniendo énfasis en aquello que genera y mantiene buena salud y no en lo que genera enfermedad.

Afirmar que vivimos en una sociedad enferma, puede considerarse como una actitud pesimista, pero tengo la certeza que para resolver un problema, en primera instancia hay que reconocerlo, y así trazarnos una ruta para encontrar soluciones adecuadas que no siempre deben de ser de alta tecnología, sino más bien recurriendo a tecnologías apropiadas y apropiables, y ejemplos de estas aplicaciones los encontramos en la producción social de vivienda popular en donde el diseño participativo, con profesionales de diversas disciplinas y habitadores son elementos indispensables.  

Comparto una frase de un arquitecto australiano, Glenn Murcutt, que ha aprendido y aplicado técnicas de los pobladores originarios, TOUCH THE EARTH LIGHTLY, toca la tierra ligeramente.

En nuestro país podemos aprender de culturas ancestrales, pero también podemos y los casos de desastres naturales el significado de una palabra “dominguera”, RESILIENCIA, que es la capacidad de adaptarse positivamente a la adversidad o el estrés significativo, que no implica experimentar dolor o tristeza, sino tener la habilidad de “rebotar” de esas experiencias y aprender de ellas.

A unas semanas de que se lleve a cabo el 1er congreso de urbanismo participativo y resiliente, del  6 al 8 de noviembre, organizado por la Asociación Mexicana de Urbanistas, con la alianza de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y la Academia Nacional de Arquitectura, con el apoyo del gobierno de la Ciudad de Guanajuato y otras organizaciones sociales, se vislumbra la enorme oportunidad de atender las ciudades olvidadas y reflexionar para actuar acompañando a las comunidades y no lamentarnos después diciendo, DEMASIADO TARDE.

Académico emérito

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