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Las crisis sanitarias nos desafían a ordenar prioridades como cuidar el ambiente y nuestra salud, para poder sobrevivir con nuestras próximas generaciones en el mundo.
Desde hace varios años algunos países implementaron la cultura de la medicina preventiva porque aprendieron de sus crisis sanitarias, un ejemplo extraordinario es Japón, en 1921 muchos niños morían de infecciones como cólera, el Dr. Minoru Shirota de la Universidad de Kyoto, consciente del dolor y sufrimiento de la población, enfocó sus estudios en la microbiología y descubrió el Lactobacillus casei, que evitaba el crecimiento de bacterias malas en los intestinos, para la cura de miles de niños. Así fue como logró aislar y fortalecer en 1935 la primera cepa probiótica en el mundo, actualmente conocida como Lactobacillus casei Shirota (bacteria ácido láctica).
En esos tiempos se reconocieron los beneficios básicos de dicha cepa con los alcances que tenía la medicina, desde entonces al paso de varias décadas y avances científicos se han identificado beneficios trascendentes gracias a la medicina molecular.
Los productos que contienen el Lactobacillus casei Shirota tienen la ventaja de ser alimentos (no medicamentos) por eso se pueden consumir todos los días en conjunto con un estilo de vida saludable que incluye dormir bien, hacer ejercicio y alimentarse sanamente. Por lo que médicos y nutriólogos los recomiendan para la prevención y como coadyuvantes en el tratamiento de enfermedades.
Según el consenso mexicano sobre probióticos de la Asociación Mexicana de Gastroenterología no todos los probióticos son iguales y cada uno brinda beneficios según su respaldo científico.*
Cuidar nuestra salud será una responsabilidad e inversión personal diaria, ya que desarrollar un sistema inmunológico fuerte se logra a través del tiempo y constancia.
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