Desde hace 35 años la señora María de los Ángeles Soriano restaura figuras de Niños Dios en Xochimilco, incluso las que parecen imposibles de salvar.
A una cuadra de la explanada del centro histórico de la alcaldía, en la calle Pedro Ramírez, la señora Mary, sus hijos y algunos de sus nietos preservan el oficio que su esposo que falleció hace un par de años inculcó a la familia.
“Mi esposo, que en paz descanse, empezó reparando como chalán en un taller por el aeropuerto, poco a poco fue aprendiendo más y terminó por enseñarme, después a nuestros hijos. Hoy nos dedicamos nosotros todavía, somos pura familia”, narra la señora María de los Ángeles.
Lee también: Artistas plasman siluetas migrantes en muro fronterizo de Tijuana; protestan contra políticas migratorias de Trump
Cada niño Dios tiene una historia que doña Mary escucha de sus clientes y asegura que por más difícil que la pieza parezca de arreglar, ella y su equipo ponen todo el corazón para que las personas conserven la figura religiosa.
“Vienen luego con niñitos hechos casi polvo, llorando a veces porque quieren conservar a su niño, no los tiran ni se deshacen de ellos porque siempre tienen un valor sentimental muy grande: que se los regalaron los abuelitos o son regalos importantes para ellos porque tienen un gran valor sentimental, ahí es donde nosotros entramos (…) ya cuando se los entregamos nos dicen que muchas gracias, bien contentos me dicen que hice milagros, a veces nos traen el refresco o nos dan una propina que agradecemos, pero yo me quedo con las bendiciones que nos mandan”, asegura la mujer que dice hacer su trabajo con mucha pasión, aunque a veces hay servicios que le resultan sumamente difíciles.
“Yo les hablo a los Niños Dios, hay veces que les digo que no sean así, porque luego como que no se dejan, les digo que es para que se vean guapos, ya cuando quedan bien, les digo que así era, no fue tan fácil, pero ya están bien arregladitos (…) es muy socorrido nuestro trabajo, estamos bendecidos con tanto santito aquí”, explica.
La mujer de 55 años cuenta que durante el año su negocio pasa por tres temporadas altas que comienzan desde finales de octubre, cuando las personas recurren a ella para reparar figuras de San Judas Tadeo; de noviembre a enero hace lo mismo con personajes de los nacimientos de Jesús y previo al Día de la Candelaria, justo en esa fecha comienza la tercera temporada, cuando subsana, por unas dos semanas, las piezas que se accidentaron el 2 de febrero.
“Después de las misas, el mero día 2, llegan corriendo, que ya se cayó la abuelita con la canasta del Niño Dios, que el sobrinito lo testereó y lo rompió o equis cosa, traen los bracitos, las piernitas y pues ahí hacemos lo que se puede porque vienen todavía vestidos y muchas veces con la cera de Campeche casi fresca”, detalla la abuela de nueve menores.
En el pequeño taller de apenas 12 metros cuadrados lleno de vírgenes, ángeles, crucifijos, pintura, pinceles y varios artefactos más con los que hace su magia, la familia alterna las tareas para tener listos entre 40 y 60 Niños Dios al día durante esta temporada, aunque a veces no todos vuelven por sus figuras, en esos casos, la familia espera un año, si no los reclaman, los ponen a la venta.
Agradecida con el oficio que le permitió formar un patrimonio y cubrir los estudios de sus hijos y ahora de sus nietos, María de los Ángeles anhela que éstos últimos continúen con el legado familiar.