Las constantes amenazas, humillaciones, agresiones físicas y verbales por parte de dueños de mascotas dañan la salud mental de los . A eso se le suman las largas jornadas de trabajo, salarios bajos, cobro de piso a clínicas, trámites burocráticos y el desgaste emocional que conlleva ejercer esta profesión.

En México se han registrado asesinatos, como el de Héctor Hernández Cañas en el Estado de México, o el de Miguel Olguín, víctima de homicidio por presuntos animalistas en Coahuila, hace casi siete años. También han incendiado clínicas, linchado mediáticamente a veterinarios y personal aun cuando la negligencia es por parte de los dueños.

Otros más, saturados y estresados por tanta presión, toman la decisión de quitarse la vida: ya sea porque no ven otra salida, porque sus espacios de trabajo son vandalizados, sus familias son afectadas o piensan que después del linchamiento en redes sociales sus carreras se verán terminadas y su reputación nunca volverá a ser la misma.

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Es mucha presión, estás trabajando dando lo mejor de ti; ningún veterinario piensa en matar a algún animalito, cuenta uno de ellos. Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Es mucha presión, estás trabajando dando lo mejor de ti; ningún veterinario piensa en matar a algún animalito, cuenta uno de ellos. Foto: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

“Una clienta empezó a subir cosas en las redes y en ese momento todo se salió de control, fue una cosa espantosa, nos hablaban por teléfono, nos acosaban. Nos decían que nos iban a matar, que nos iban a quemar la clínica con gasolina, que nos iban a rafaguear, yo entré en una depresión brutal”, cuenta Jaime Hernández Rizo.

En 2019, el veterinario fue víctima de acoso y hostigamiento por parte de dueños de mascotas, quienes utilizaron las redes sociales y en cuestión de días viralizaron la versión de que trabajadores de su clínica Canopolis, en Jalisco, habían dañado a su mascota mientras le cortaban el pelo.

Hernández, con más de tres décadas de experiencia, aún vive situaciones así. “Un día me puse una pistola en la boca y pensé: ‘se acabó mi carrera’. Estaba muy deprimido, entró la llamada de mi colega Ernesto Ávila y nunca se me olvidó lo que me dijo: ‘Jaime, no estás solo’”, recuerda.

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Los usuarios que lo atacaban eran de otras ciudades y muchos eran perfiles falsos. Cansado del hostigamiento, demandó a la dueña y sólo así pudo detener el odio. A eso se le suman otros tres ataques masivos en redes sociales.

“En 2021 tuve el honor de ser nombrado médico veterinario del año. Pues eso de nada vale, todo el prestigio, todo lo que tú puedas haber logrado en tu vida profesional y que hayas querido cambiar las cosas, querido hacer las cosas bien, se destruye”, lamenta el veterinario.

Las personas habían planeado una manifestación afuera de su clínica, les decían que los iban a arrastrar y que los quemarían vivos: “Ningún veterinario se levanta y dice: ‘Voy a matar tres perros’. ¡Por Dios, es una locura! Lo que pasó con el doctor Héctor Hernández para mí fue un golpe en el corazón, porque yo viví ese miedo, yo viví ese terror”, dice.

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El veterinario Marco Antonio Arzate vivió una situación que marcó su carrera profesional: una gatita fue atropellada hace cuatro años por su dueño y los doctores pudieron salvarla. El año pasado, el hombre la volvió a atropellar y murió.

“Le dimos analgésicos, desinflamatorios, fue revisada en todo momento, la señora dice que en ningún momento se revisó, pero tenemos hojas de progreso que se revisan cada cuatro horas, se medica cada cierto tiempo. La gata fue politraumatizada por ellos, le pasaron una camioneta encima, generó una necrosis y se perforó la vejiga”, cuenta.

La tutora de la gatita los amenazó, le gritó a todo el personal, pidió que despidieran al doctor. Era tanto el hostigamiento que Marco Antonio iba a renunciar para cerrar el caso y detener a la mujer. El veterinario vivía estresado, sin ganas de ir a trabajar y con miedo a represalias.

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En otra ocasión, una señora no quería pagar la cuenta completa y fingió que la habían secuestrado. “Le marcó al esposo, marcó a la policía gritando que la teníamos secuestrada. Trajo a su perrito con dilatación gástrica, el diagnóstico no era favorable, ella decide meterlo a cirugía, se le dice que el páncreas tiene necrosis, ella asegura que no, que sigamos y la perra murió”, dice con tristeza.

Para el médico Lino Cruz, las amenazas son algo constante, le han dicho que lo demandarán, que le quitarán su título profesional y cédula. “Es difícil porque estamos conviviendo con nuestros pacientitos, pero si se toma la decisión de dormirlos y estamos encariñados con ellos, también sentimos esa pérdida y salir de una consulta y encontrarte con otra, es un cambio emocional muy brusco".

Mientras que el veterinario Diego Hernández expresa que se siente nervioso, angustiado, temeroso y en peligro cuando lo atacan en redes: “Estoy al pendiente de quién está cerca de mí, me preocupa mi familia. Me demandaron una vez, me han amenazado”, lamenta.

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