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A pesar del dolor que guarda Adela Alvarado por la desaparición de su hija Mónica Alejandrina Ramírez, da vida y hace reír a cientos de personas que asisten a los shows de su familia payasística y circense. Desde diciembre de 2004, la madre la busca hasta el cansancio en las calles de la Ciudad de México, lo hace vestida de payasa y con la ficha de búsqueda de su hijita.
“Cuando me desaparecieron a mi hija Mónica, para traer a los periodistas yo dije: ‘los médicos van a sus marchas de blanco, los bomberos se van con sus camionetas y su uniforme de bombero y yo que soy payaso, pues voy de payaso, ¿verdad?’ Ya tengo más de 20 años buscando a mi hija, ella desapareció cuando se dirigía a la universidad, estudiaba la carrera de psicología, ya casi se titulaba”, recuerda.
En entrevista con EL UNIVERSAL, la madre buscadora expresó que la búsqueda por la verdad y justicia para Mónica no ha sido fácil: en el camino ha sido amenazada de muerte, desplazada y rechazada por la sociedad que no comprende el dolor de una mujer al desconocer el paradero de un familiar.
Aunque recibe protección del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, muchas de las medidas que le otorgan no son suficientes. De hecho, la mayoría del tiempo se siente más protegida ella sola. Respecto al caso de su hija, la mujer describió cómo sucedieron los hechos:
“Uno de sus compañeros del grupo la entregó a un grupo que era comandado por un policía de investigación del Estado de México. Por cierto, él está ahorita purgando ya una condena porque asesinó a un abogado. Pero estamos amenazados de muerte nosotros y a este joven lo sentenciaron a 21 años y pues ya este año se cumplen los 21”, dice.
Así, esperan que al sujeto se le aumente la pena por el delito de desaparición. Por lo que llamó a las autoridades correspondientes a no prescribir delitos, porque esconden carpetas de investigación y las “encuentren” ya que esto sucede. Esto, dijo, es una “burla” para todas las familias que logran encontrar a los culpables de las desapariciones de sus seres queridos.
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Destacó que todos los familiares de las víctimas se informan, estudian, toman cursos y talleres para entender los procesos legales en los casos de sus hijas e hijos: “Nunca estamos estáticos, estamos siempre investigando y por eso se ha logrado muchas cosas, porque las familias hemos hecho muchísimas cosas. Ya tenemos leyes, ya tenemos muchas cosas que ahora nos ayudan”.
Con harapos, maquillaje blanco y una diadema colorida, Adela reflexiona sobre el Día de la Madre, el cual no festeja desde que su hija fue sustraída de sus brazos: “Este es un mensaje para todas madres, felicidades, cuiden a sus hijos, nosotras no tenemos nada qué festejar porque nos faltan nuestros hijos, sean empáticas con nosotras”.
Durante la vela de las madres buscadoras, la payasa “Salchicha” explicó que cada una de las velas representa a una de sus compañeras que han fallecido o que las han matado y no han sabido de sus hijos o de sus familiares: “Yo no quiero estar ahí y sin saber nada de mi hija”, dijo.
“Una busca acompañar a otras a otras familias que están como nosotros hace más de 20 años, que no saben ni tienen idea de qué hacer, a dónde acudir, cómo y nada más está uno llorando y desgastándose inútilmente. Nos dedicamos a ayudar y es algo que nos fortalece”, menciona.
Mónica era estudiante de psicología, la luz de su hogar y Adela la extraña con todas sus fuerzas. Al ser víctima de amenazas, la payasita no puede asistir con regularidad a marchas o conferencias con colectivos de búsqueda, pero siempre aporta algo al movimiento: ilumina los espacios de nostalgia y tristeza que caracteriza a la crisis de desapariciones que aumenta todos los días.
“Voy a disfrutar mi día con mis hijos, disfruto lo poco que se puede porque en realidad toda la familia estamos en la búsqueda y con la tristeza de que esa silla y esa cama están vacías por mi hija”, finaliza.
jf/bmc