Más Información
Sheinbaum es una "consumidora voraz" de información: José Merino; el tablero de seguridad, herramienta clave, destaca
Oposición tunde diseño de boletas de elección judicial; “la lista definitiva la harán Monreal y Adán Augusto”, dice Döring
Rosa Icela Rodríguez se reúne con próximo titular del INM; “arrancaremos el 2025 con mucho trabajo”, asegura
Familias de distintos estados, entre los que se encuentran principalmente Puebla y Oaxaca, viajan a la Ciudad de México para ofrecer lo que se ha vuelto una actividad que ha pasado de generación en generación: la venta de ramos de palma en el Mercado de Jamaica, en el marco del Domingo de Ramos.
En un recorrido por ese tradicional mercado, el señor Leo Romero, junto con nietos, sobrinas y hermanas, narra cómo cada año viaja a la capital del país desde Xochitepec.
Lleva una semana habitando el Mercado de Jamaica, y comenta que probablemente se quedará hasta mañana, pues las ventas de los ramos han estado muy flojas.
Dice que es un oficio complicado, pues de lo que han podido juntar en estos días, tienen que sacar para su pasaje de regreso, las comidas que han hecho, y ya lo que reste es la ganancia.
“Es una tradición en la que toda la familia participa”, dice, por eso le gusta traerse hasta a los más pequeños de la parentela; lleva 30 años viniendo antes de cada Domingo de Ramos.
También la señora Carmen emprendió su viaje desde el distrito de Nochixtlán, Oaxaca, para llegar a vender los ramos de palma en el Mercado de Jamaica.
Llegó desde el jueves, y comenta que tal vez se vaya hasta mañana, pues las ventas también han estado bajas. Se queda a dormir, junto con otras personas que vienen de la misma localidad, en los espacios que les ceden los comerciantes fijos.
“Es muy pesado, pero aquí andamos para sacar aunque sea algo de dinero”. Ya con experiencia le toma aproximadamente 10 minutos tejer un ramo, pues aprendió desde los ocho años. A su vez, Iván, con una sonrisa, ofrece los ramos a las personas que transitan los pasillos de ese mercado popular.
Su suegro, el señor Floriano, aprendió a tejer las palmas desde joven, y le ha enseñado el oficio a sus hijos, y ellos a sus nietos; ahora toda la familia viaja cada año desde el municipio de Jolalpan, en Puebla.
Su hijo, Armando, comenta que aprendió a tejer desde los 12 años, mientras que su hija dijo llevar 18 años practicando y dominando el arte de las palmas.
Llegaron desde hace una semana, y todo este tiempo se han quedado en el mercado, y así será hasta que vendan todo.
Al momento esta familia trabaja afanosamente en un pedido de 50 ramos, que es como suelen vender y al que más ganancia le sacan, más que con la simple venta individual a la gente que acude al mercado.