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La Universidad Panamericana Campus México celebró el Primer Congreso Internacional Feminismo Centrado en la Persona, en donde expertas, académicas y coordinadoras del Grupo Interdisciplinario de Estudios Feministas (GIEF) discutieron el papel de la mujer en un contexto humano, digno y social. Así como la búsqueda de sociedades más justas y humanitarias.
Durante la bienvenida, la doctora Fernanda Llergo, Rectora General de la Universidad Panamericana explicó que este espacio representa pluralidad de voces y la misión común de pensar y actuar frente a los desafíos que enfrentan las mujeres.
“Nos alegramos de que se promueva un Feminismo Centrado en la Persona, en su singularidad y su esencia. Un feminismo que tiene por objetivo, pensar y actuar frente a aquellos obstáculos que impiden el desarrollo pleno de la humanidad de las mujeres. Nos parece que este feminismo integrador no solo es posible, sino necesario, porque debemos ser capaces de atender las realidades cambiantes de todas las mujeres, sin perder de vista su naturaleza y su identidad”, señaló.
Mientras que el rector del Campus México, el doctor Santiago García agradeció la participación de las expertas y explicó que detrás de este congreso hay una serie de notas distintivas como la interdisciplinariedad e investigación por parte del GIEF:
“Es un proyecto muy completo, muy ambicioso. Soy absolutamente consciente del gran esfuerzo que ha supuesto la elaboración de este proyecto y de este congreso. Hay muchísimo trabajo detrás, hay muchas horas de dedicación y deseo que todo ese gran esfuerzo sea recompensado”, dijo al inaugurar el congreso.
Susana Ochoa, coordinadora del GIEF destacó la trayectoria del Grupo, cuyos foros buscan una mejor inserción de las mujeres en el ámbito laboral, por ejemplo. Además, buscan dar una propuesta feminista que sea sólida, abierta, incluyente, dialogante y fuerte. Este congreso, dijo, pretende ser un puente de diálogo que encuentre puntos comunes para construir una nueva cultura y un mundo más justo y más humano.

Respecto al planteamiento general, Diana Ibarra, coordinadora del GIEF expresó que el Feminismo Centrado en la Persona es una propuesta teórico-cultural para mover conciencias, dar a conocer a la persona que tiene como objetivo reivindicar la dignidad de las mujeres desde su condición etológica personal: “desde la cual reconoce sus derechos y lucha contra las injusticias socio históricas a las que se han visto sometidas y se compromete con el desarrollo de todo ser humano”.
En ese sentido, compartió ocho puntos de enfoque iniciales, entre los que destacan la dignidad, defender la libertad, fomentar la sororidad, valorar la maternidad, promover la igualdad y condenar la violencia.
Fernanda Crespo, coordinadora del GIEF, apuntó que detrás de cada ola del feminismo se ha suscitado otra más crítica, amplia y capaz de adaptarse a los retos de su tiempo, aunque advirtió que no todo movimiento es siempre un avance.
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Durante la Mesa 1: “La raíz solidaria de la esperanza en las voces de pensadoras contemporáneas, el papel de la Universidad”, Elena Colombetti explicó que la ética debe conectarse con la necesidad histórica de la esperanza, porque es necesario una búsqueda de un orden justo.
“Los movimientos feministas se han centrado principalmente en la política, pero también requerían y deberían tratar de encontrar una base antropológica y ética (...), yo propongo intentar ver desde el punto de vista del papel de la universidad con la perspectiva de la esperanza y la perspectiva de la cura”, mencionó la académica de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Roma.
La experta indicó que no se trata de cambiar la visión de la universidad, sino hacer cumplir su rol. En ese sentido, Ana Fernández lamentó que la mujer sufre muchos contextos violentos, la universidad no está exenta de serlo, por lo que debe ser la esperanza para las mujeres y los hombres.
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“Desarrollar un espacio simbólico adecuado para la comunidad universitaria, una educación acorde a un Feminismo Centrado en la Persona debe velar por el desarrollo del individuo en su totalidad. Y la educación que supere la armonización, el saber enciclopédico puede ser un canal para que se generen nuevas estructuras de lenguaje con diálogo abierto a todos y donde se permita avanzarlo a todos los temas”, dijo.
Por su parte, Jeannine Dalma también integrante del GIEF reiteró la importancia de la consolidación de la esperanza como una necesidad humana y social, pues la esperanza es un lugar para el feminismo y este debe estar centrado en la Persona.
Cecilia Coronado afirmó que el feminismo necesita pensar la justicia de género en términos de reconocimiento, en un marco de interdependencia que no se interprete como una forma de subordinación, sino como un rasgo esencial de la agencia humana.
“La lucha feminista no debería centrarse en hacer que las mujeres sean tratadas como si no tuvieran responsabilidades de cuidado, sino en cuestionar por qué esas responsabilidades no son reconocidas y redistribuidas de mejor manera en la sociedad”, declaró.
Durante la Mesa 2, titulada “Condición ontológica personal. Bases metafísicas para el Feminismo Centrado en la Persona”, Juliana Peiró del Centro de Investigación en Humanidades Hápax, México ofreció un panorama sobre si la dignidad del individuo humano es inherente a la naturaleza humana:
“Es inherente porque se trata de una naturaleza personal. Es decir, de la naturaleza de un ser personal y por consiguiente único e irrepetible, fin en sí mismo, sea cuales sean sus cualidades, actos o manifestaciones esenciales propias de la naturaleza. Toda su realidad, su cuerpo, su existencia de respeto absoluto. Por tanto, aunque la nación o naturaleza no se identifica con la de persona, hablar de naturaleza humana es hablar de existencia personal o personas”, respondió.
Giannina Orejel consideró que el Feminismo Centrado en la Persona se caracteriza por ser crítico y esperanzador: crítico ante las estructuras sociales ofensivas o limitantes para el desarrollo pleno de las mujeres y esperanzador porque el ser humano es un ser perfectible, un ser capaz de mejor y de progreso.
“El valor de la mujer no depende de condiciones sociales, económicas o políticas, de puestos de poder, de la cantidad de ingresos, de determinadas acciones o acciones de su edad o de sus capacidades. Aún más, así como no existe un modo único de ser persona, tampoco existe un modo único de ser mujer”, agregó.
Mariana Flores coincidió con la autora Peiró, quien establece que la persona se debe entender en un término relacional, no solo como una definición ontológica cerrada, sino en la dinámica en su relación con las demás personas. Mientras que Zara Hernández afirmó que la Persona es un alguien a partir del valor que posee por sí mismo, es decir, su dignidad.
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