Concepción Jiménez falleció el 5 de noviembre de 1957 y como recuerdo, su hija le mandó inscribir la palabra “RIP” en su tumba. A 67 años de esta muerte, quedó olvidada en medio de la hierba alta junto otras personas enterradas en la tercera sección del Bosque de Chapultepec.
Apenas en febrero del año pasado, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) informó del descubrimiento de un cementerio del periodo virreinal temprano, en el marco del proyecto Chapultepec, Naturaleza y Cultura, encabezado por la Secretaría de Cultura.
En los trabajos arqueológicos se recuperaron osamentas en diversos estados de conservación, de 21 personas en su mayoría mujeres y hombres, incluidos un par de infantes. Pero los restos de Concepción Jiménez no fueron parte de este descubrimiento.
Ante una tercera sección del Bosque de Chapultepec recién rehabilitada con senderos, entre paseantes, corredores y ciclistas, la tumba de Concepción Jiménez y “sus vecinos” son observadas como un “atractivo turístico” por algunos. Grillos, pájaros, mariposas y perros en jauría son los seres vivos que más se acercan.
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Trabajadores de obras que cortan el pasto refieren que llevan ahí muchos años y lamentan que no se les ponga atención. “Ya son parte de aquí”, dice uno.
Las tumbas destruidas, los floreros y las cruces revelan el paso del tiempo sin que nadie les haya visitado en años. Los epitafios apenas pueden leerse y se observa que algunos cuerpos fueron profanados.
A Concepción Jiménez y demás muertos olvidados los separan unos cuantos metros de la barda del Panteón Civil de Dolores.
De acuerdo con autoridades del Panteón, estas tumbas pertenecieron a este espacio, pero con las adecuaciones que se hicieron quedaron fuera del terreno.
jf/apr