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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Caminar nueve días desde Ixtaczoquitlán, Veracruz, para visitar a la Virgen de Guadalupe no es sólo un acto de fe para Yezdiel Hidalgo, sino el cumplimiento de una promesa a Gerry, su mejor amigo, quien este año no pudo viajar al Tepeyac.
En 2016, Gerry salió del principal municipio vecino de Orizaba rumbo a la Basílica de Guadalupe, iba en bicicleta acompañado por familiares, pero antes de entrar al Estado de México, pasando la caseta de San Marcos, los asaltaron y tuvieron que concluir su recorrido caminando.
“Ese percance no los venció, llegaron y dieron gracias, porque la desgracia sólo alcanzó las bicicletas!, compartió Yezdiel con EL UNIVERSAL.
Este año, Gerry anhelaba peregrinar, aunque fuera a pie, pero su mamá sufrió un infarto y está hospitalizada. Él tuvo que quedarse con ella, ahí es donde entra Yezz (como le dicen) quien le juró que iría en su lugar y llegaría con “nuestra jefecita” para pedir por la señora Andrea.
“Este es el segundo año que vengo caminando, pero ahora, además de pedir por mi familia, le prometí a Gerry orar por su mamá, que está mala de salud. Vengo con mucha fe, con muchos deseos de que Lupita nos escuche y haga el milagro de curar a la mamá de mi brother”.
En su andar, el joven de 18 años es acompañado por seis amigos, Constantino, Juan Daniel, Juan de Dios, Ángel Sosa, Luis Alejandro y José Guadalupe, quien presumió ser “tocayo” de la morenita del Tepeyac.
Ya es su último día de caminata, salieron de su pueblo el 1 de diciembre. La Parroquia Inmaculada Concepción de María fue el punto de encuentro, al que todos llegaron a las seis de la mañana, “con la fe bien puesta y las ganas de cantarle Las Mañanitas a nuestra mamacita”, dijo Yezdiel, quien aprovechó el pequeño receso para sentarse en una banqueta.
Los claxons de cientos de automóviles que circulan por la calzada Ignacio Zaragoza no dejan de sonar, un pitido tras otro buscan avanzar más rápido sobre la complicada vialidad.
“Mañana va a estar más pesado para ellos”, dice Juan de Dios, mirando la aglomeración de automóviles a la altura de la estación del Metro San Juan.
Es la segunda vez que el joven de 18 años visita a la Virgen de Guadalupe para pedir que le dé las llaves del trabajo y que libre a toda su familia de la inseguridad y de enfermedades. “Desde niño he confiado en ella, me ha concedido el tener una buena chamba y que mis jefes, hermanos y yo tengamos salud y no seamos víctimas de las lacras, que sólo buscan vivir de lo ajeno”.