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Aunque los Espino Ramírez sabían que el embarazo de Mitzi era de alto riesgo confiaban en que la atención en el Hospital de Especialidades de La Raza sería la mejor, pero cinco días bastaron para que el corazón de su segunda hija dejara de latir y su cuerpo saliera del vientre de su madre en un tono morado.
“Tuvieron todo el tiempo a la paciente, ahí, esperando, hasta que llegó la tragedia. Mi esposa llegó el 28 de abril y se negaron a hacerle una cesárea, el 3 de mayo me hablaron para decirme que el corazón de mi hija ya no latía, se tardaron casi tres horas en darse cuenta que mi niña estaba muerta y entonces sí querían que autorizáramos una cesárea” compartió Edgar Espino con EL UNIVERSAL .
El padre de familia dijo que no han levantado una denuncia ante la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (Conamed) porque temen que su caso “solo se quede en papeleo”, por el momento se están asesorando con un abogado “porque queremos dejar algo muy claro, vamos a exigir justicia, queremos que paguen los responsables por la muerte de nuestra hija”.
El cuarto de Mildred – como se llamaría –, estaba listo, las paredes rosas y juguetes que se fueron acumulando durante las 36 semanas en las que Mitzi la tuvo dentro de su vientre la esperaban, había ropa, pañales y cobijas que la resguardarían del frío.
El embarazo era de alto riesgo, no fue una sorpresa para los Espino Rámirez p uesto que la joven madre, quien padece de hipotiroidismo, ya había tenido dos abortos previos como resultado de esta condición genética.
Los Espino Ramírez viven en Ecatepec, Xalostoc , en el Estado de México, cuentan con seguridad social gracias al trabajo de Edgar como obrero en una empresa de químicos. Como la vida de la mamá y el bebé estaban en peligro, fueron referidos al Hospital de Especialidades de La Raza .
Antes del 28 de abril, Mitzi ingresó tres veces a urgencias “pero fue hasta ese día que comenzó nuestra odisea por exigir una cesárea que no llegó y nos tuvimos que ir del hospital como locos, yo indignado y lleno de coraje y mi esposa pidiendo a gritos que alguien la grabara porque acababan de matar a su bebé”, contó.
Al entrar a la sala de urgencias los especialistas administraron un medicamento con la intención de que el cérvix se abriera, “alegaban que el parto sería natural y sabemos que es su trabajo evitar operaciones, pero en nuestro caso era necesaria la cirugía ”.
El domingo 29, Mitzi le informó a su esposo que se le había roto la fuente pero todavía no sentía dolores, acusan que pese a que avisaron de esta situación a dos doctoras “no revisaron a mi mujer”.
Lunes y martes la paciente siguió en piso, el miércoles decidieron administrar más oxitocina para provocar un parto natural, “dijeron que de nueve de la mañana a las tres de la tarde le darían este medicamento, pero lo hicieron hasta las 7 de la noche”.
Ese día le prometieron a Edgar que el jueves a primera hora, su esposa entraría a quirófano para ser sometida a una cesárea, ese momento no llegó porque los especialistas argumentaron que no contaban con sangre suficiente y era peligroso operar así.
“Ese día todavía teníamos la esperanza de la cirugía, no la hicieron, revisaron a mi esposa a las 2 de la tarde y después a las 5, en ese momento supieron que mi bebé había muerto”.
Con enojo, el jefe de familia fue a la dirección del hospital para exigir una explicación, le pidieron firmar una responsiva para que su esposa fuera sometida a una cesárea, “no quería que ella se desangrara, por eso pedimos el alta voluntaria y nos la negaron, Mitzi salió con su bata, con mi hija muerta en su vientre, solo gritaba que le habían matado a su bebé y que por favor alguien grabara”.
Del hospital de especialidades se trasladaron al Instituto Nacional de Perinatología, ahí le provocaron un parto natural porque los médicos comentaron que una cesárea pondría en riesgo la vida de la paciente porque se podía desangrar.
“Le dieron una bomba de oxitocina, por más de 12 horas mi mujer sufrió, lo peor fue cuando mi niña salió con sus labios moraditos, su cuerpo del mismo color y ya con llagas porque estaba en proceso de descomposición”.
El certificado de defunción indicó que la muerte de la niña fue resultado de la “interrupción de la circulación fetoplacentaria” por la pérdida de líquido amniótico, mientras el IMSS informó que el tres de mayo, el producto no presentó actividad cardíaca.
“Eso es lo que más nos da coraje, que dijeran que fue un problema de mi hija, pero ella estaba bien, estaba lista para salir al mundo. Lo que me indigna es que entré a rogar porque le dieran una buena atención a mi esposa y no se vale, es nuestro derecho que así sea”.
Después de enterrar a Mildred, la familia Espino decidió que denunciaría, pensaron en interponer una queja en la Conamed pero no quieren que “la historia de nuestra bebé se quedé en un papeleo”, por ello, buscaron a un abogado para que los asesore y les indiqué qué camino seguir.
“Tenemos que alzar la voz, creemos en que se hará justicia, le pedimos a la gente que viva una situación similar que no se quede callada, hay que gritar, pedir y luchar porque estas tragedias no se queden en el olvido”.