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Los camiones y el metro salen desde la estación Tasqueña con normalidad. La ciudad sigue su curso, pero en esa misma zona, los vecinos del multifamiliar de Tlalpan afectado por el sismo, se sienten abandonados. El olor desagradable que se percibe en los alrededores del edificio penetra los sentidos. Los vecinos, por órdenes de salubridad, entraron la noche del jueves a sus viviendas para sacar toda la comida echada a perder. Como no hay luz, muchos alimentos se pudrieron y generaron hedor. El viernes, los del multifamiliar esperaban una fumigación para terminar con ratones y cucarachas.

Paralelamente, montan guardias en campamentos habilitados por ellos mismos con el apoyo de la sociedad civil. No quieren perder de vista el multifamiliar hasta que las autoridades de Protección Civil no les entreguen dictámenes estructurales por escrito. Ana, en el refugio de los inquilinos del edificio 4B, denuncia que el jueves los de Protección Civil sólo declararon como inhabitable la unidad 3B, mientras que el resto únicamente “los declararon en amarillo”.

Ella, una joven de 23 años que ha pasado toda su vida en ese lugar de la delegación Coyoacán, critica que las autoridades no realicen evaluaciones profesionales. “Sólo es una inspección visual, sin equipo, sólo llegan a la planta baja y al primer piso de cada edificio”.

En otro campamento, un vecino que prefirió permanecer en el anonimato, cuenta que los residentes se organizan para las guardias por temor a la rapiña. Él es inquilino del edificio 3B, el que tendrá que ser demolido. Acusa que pasarán otros tres días para que se les permita ingresar por documentos y ropa. Luego, la espera será mas larga, de hasta 8 meses, según lo que le han informado las autoridades, para la reconstrucción y el regreso a su departamento. Lo único que sabe es que irá todos los días a vigilar el multifamiliar en tanto dure la crisis.

Iris, residente del 4A, sentencia que no regresará a su vivienda mientras no exista un peritaje serio. Preocupada, habla con EL UNIVERSAL sobre los daños que vio en el interior de su hogar: “Las hendiduras en las paredes permiten ver de una recámara a otra. ¿Cómo va a estar bien estructuralmente?”.

Roberto, un señor de 84 años que vive en el multifamiliar desde su inauguración en 1957, guardó el artículo que publicó este medio sobre la película Señoritas, filmada en el lugar y que curiosamente concluía con la escena de un temblor. “Que ya no hagan otra película”, se escucha.

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