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Cubren su cabello con sus hiyab, y sus cuerpos con sus chadores y sus niqab, los ropajes que utilizan las mujeres musulmanas para mostrar sus cuerpos sólo a otras mujeres de sus familias y a los hombres más cercanos: sus padres, hermanos y esposos.
Son las mujeres musulmanas catarís o que viven en Doha, la capital de Qatar, una de las ciudades más ricas del mundo quienes dicen llevar esta vestimenta como una manera de protegerse y celebrar su propia belleza.
“Hay muchas formas de vestir para una mujer musulmana pero en mi cultura utilizamos un velo negro y, como puedes ver, vamos muy a la moda. La cultura se muestra en el color, la forma y el diseño pero la religión islámica nos requiere que utilicemos la hiyab. Muchas mujeres no lo utilizan pero la religión así nos lo exige”, señala en entrevista Maha Al-Hijiji.
Para esta administradora de 26 años, quien egresó hace tres años de la Universidad de Qatar, su vestimenta es una manera de mostrar humildad pero también le permite protegerse de las miradas de otras personas.
“Seamos honestas. Si utilizas algo muy revelador para salir a la calle, los hombres de todo el mundo, de cualquier lugar, te van a mirar como si fueras un pedazo de carne. Si eres mujer, los hombres te van a mirar así en todo el mundo pero cuando usas la hiyab es una manera de protegerte a ti misma. Así me siento”, contó.
Después las hiyab, pañuelos que envuelven toda la cabeza y los hombros, no dejan ver el cabello, solamente el óvalo del rostro; también está el chador como el que utilizan Maha y su amiga Roqaia, que las cubre de la cabeza a los tobillos, permite mostrar sus manos, el óvalo de la cara y sus pies.
Pueden mostrarse femeninas
A través de los pies, estas mujeres expresan otra parte de su femineidad y una amplia diversidad y pluralidad en el pensamiento. Por medio de ese pequeño fragmento de piel que pueden mostrar al mundo debajo de las telas ligeras de sus chadores negros, las mujeres usan zapatos que pueden ser bajos, discretos y sencillos, hasta altísimos, de más de ocho centímetros, y elegantes tacones en colores que van del negro, el beige y el blanco, hasta el azul eléctrico y el amarillo.
Quienes así lo deciden, se maquillan resaltando sus ojos con delineador y sombras y realzando sus cejas perfectamente depiladas y diseñadas para ajustarse a su tipo de cara. La boca la pintan en colores discretos como rosa o café.
La niqab es el velo que las cubre de pies a cabeza y para muchas de ellas implica que sólo pueden mostrar sus ojos y sus manos al mundo, aunque para otras ni siquiera eso está permitido puesto que utilizan la burka, un ropaje que les cubre las manos e inclusive los ojos con una tela traslúcida para que puedan ver.
Lo hacen porque así lo establece su tradición pero también para mostrar el profundo amor que sienten por el Islam, su religión; para ellas, la vestimenta resalta su belleza, que no es la del cuerpo sino la espiritual.
“La belleza es más la personalidad y el carisma, no tanto tus rasgos físicos. Creo que hay diferentes tipos de belleza y no creo en los estereotipos sino en la manera en la que te presentas ante la gente, como los tratas”, contó Roqaia Alyousuf de 22 años, recién egresada de una especialidad en recursos humanos.
Shimaa Hassan, maestra egipcia de 36 años de edad, que llegó a vivir a Doha hace alrededor de 10 años, asegura que ella como mujer no juzgará a otras por no cubrir su cabello, ni su cara y eligen ir por la vida descubiertas.
“Depende de cada una”, asegura, pero le resta importancia a la opinión de una mujer sobre otra y sugiere preguntarle a un hombre que pensaría. Shimaa utiliza una hiyab rosa con estampados florales.
“Te voy a poner un ejemplo. Cuando vas a comprar un dulce o un pastel, ¿cuál preferirías comprar? ¿El que está abierto, que no está tapado y ha estado expuesto todo el día a las moscas, el calor y la suciedad de la calle? ¿O el que estuvo cubierto y protegido todo el día? Por eso nosotras nos cubrimos. Creo que soy un diamante o ese dulce del que hablamos y por eso decido cubrirme”, señala.
“Para mí, como mujer, creo que está bien que no te cubras. Pero no se lo preguntes a una mujer, pregúntaselo a un hombre”, dice.
Por una Barbie multicultural
Que como adultas musulmanas decidan cubrir sus cuerpos para preservarlos de las miradas ajenas, no implica que cuando fueron niñas no hayan deseado vestir de otra forma o lucir diferentes.
En específico, seguir los cánones de belleza que la marca Mattel hizo llegar hasta el Medio Oriente a través de su muñeca Barbie: mujeres altas, delgadas y rubias de ojos azules, con poco parecido a las niñas de piel aceitunada y ojos negros que jugaban con sus muñecas norteamericanas hace algunos años y que hoy, al cursar el bachillerato, decidieron contar su experiencia.
"Los juguetes que le das a una niña realmente la afectan: si les das una Barbie que usa bikini, tiene un carro y sale a todos lados va a tener un impacto en una niña musulmana que vive en una cultura diferente. Cuando era niña pensaba que tenía que ser como mis Barbies, pero no es así porque la nuestra es una cultura diferente. Es muy importante que haya muñecas de todo el mundo que reflejen las diferentes culturas", consideró Fatma AlFadala, de 17 años.
Para ella y su amiga Al-Reem, ambas musulmanas que visten con su chador, el lanzamiento de la primera Barbie con hiyab, que se anunció el 14 de noviembre, es una buena noticia y lo consideran una señal de apertura, pero también es un mensaje poderoso para sus hermanas o sobrinas pequeñas en el sentido de que está bien ser ellas mismas y que la belleza se presenta de muchas maneras.