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Desde la cárcel, decenas de reclusas de los penales de Barrientos, Ecatepec y Nezahualcóyotl Sur tienen una nueva misión: tejer perritos rescatistas a favor de los damnificados del sismo del 19 de septiembre.
Con tejidos a mano y elaborados con estambres de calidad para competir con los mejores productos del mercado, estas mujeres vieron la oportunidad de confeccionar a Frida, y a otro perrito rescatista para sumarse a la causa de reconstrucción de México a través de La Cana, organización que busca crear oportunidades de trabajo digno para mujeres en prisión.
“Ese día en la noche una de ellas me dijo: ‘me contaron mis familiares que hay unos perritos rescatando gente. ¿Por qué no hacemos un peluche de perrito y lo vendemos...? Recaudamos para apoyar a los afectados del sismo”, dijo Daniela Ancira, una de las socias fundadoras de La Cana.
Han rechazado los ingresos para cubrir sus gastos personales con tal de sumar lo antes posible una buena cantidad y así comenzar con la reconstrucción de nuevos hogares para quienes lo perdieron todo.
“Hasta hoy todos sus productos se agotaron, pero ya mandamos a hacer más y seguiremos haciendo para tener una mayor recaudación”, señaló Daniela Ancira.
“En cuanto a los fondos que reunamos, decidimos donarlos a un proyecto que es de una persona cercana a nosotros, se llama Échale a tu Casa; es una fundación que lleva varios años funcionando y que se va a dedicar a reconstruir viviendas”, dijo.
La Cana es una organización de jóvenes abogadas que nació hace cuatro años, con la finalidad de mejorar la calidad de vida de las internas y ayudarlas en su reinserción.
“Empezamos cuando éramos estudiantes de Derecho, en la Universidad Anáhuac; las socias somos abogadas, nos conocimos en la carrera. Teníamos como 19 o 20 años, íbamos en los primeros semestres de la carrera”, reveló Ancira.
“Conocimos el penal (de Barrientos) y nos dimos cuenta de las deficiencias que había en el sistema penitenciario y decidimos comenzar con la necesidad más urgente e inmediata que era la económica, porque ahí nos dimos cuenta que todo cuesta, desde el agua caliente hasta la comida”, lamentó.
Quienes dirigen las clases de tejido para las reclusas son las señoras que trabajan en la casa de Daniela, y ven una forma de aumentar sus ingresos.
Muchas de ellas sabían tejer, así que era cosa de enseñarles a hacer un producto que se vendiera bien y de muy buena calidad que pudiera competir con los artículos del mercado.
Daniela reveló que el día del temblor se encontraba en la colonia Roma, una de las zonas más afectadas. En La Cana también se unieron para la elaboración de los pulpos para los bebés prematuros del IMSS.