justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
“Perdonaría a los asesinos de mi hijo cuando tengan una sentencia, de los 70 años que les corresponden por ese crimen, en esas condiciones, sí lo haría”, afirma Carlos, quien dice que el homicidio de su hijo fue con “premeditación, alevosía y ventaja”, porque le tendieron una trampa para que no pudiera pelear por la custodia de la niña de tres años que tuvo con una mujer casada.
La última vez que vio a Francisco fue el 7 de octubre de 2014, cuando se retiró temprano de la misa por la muerte de su mamá porque ese mismo día se celebraba la fiesta de cumpleaños de su hija, a donde nunca llegó.
Él viajaba en su automóvil por la delegación Gustavo A. Madero cuando fue privado de su libertad.
Al siguiente día su padre recibió la noticia de que habían encontrado su cuerpo. La autopsia mostró que fue torturado, recibió cachazos que le causaron daño cerebral, le cortaron el cuello, tenía quemaduras en la cara por escaldadura, heridas en el tórax y cortaduras en las ingles.
“Mi hijo fue víctima de una coartada, es un crimen en el que hubo premeditación, alevosía y ventaja”, afirma Carlos, quien asegura que la madre de la menor y su esposo están detrás del homicidio, porque poco tiempo antes Francisco le había dicho a su amante que pelearía la custodia de su hija.
Francisco y su amante se conocieron en el trabajo y habían mantenido una relación durante cuatro años aproximadamente, en la cual procrearon a la menor, quien fue registrada como hija del esposo de ella.
Para Carlos, el 14 de octubre comenzó el “viacrucis”, como lo llama, porque ese día la mujer fue citada a declarar como testigo.
En ese momento, ella negó toda relación con su hijo, pero dos días después de manera voluntaria fue a cambiar su declaración, mostró el pasaporte de su marido y boletos de avión que indicaban que él había viajado a Ecuador la noche del crimen. “Prácticamente acude a decir: ‘Mi marido no fue o nosotros no fuimos’”.
En esa ocasión, la mujer aceptó que había tenido una hija con Francisco y enfatizó: “Yo le advertí que era el padre biológico, pero que no tenía derecho a la niña”. Carlos cree que la disputa de la custodia de la niña fue el detonante para que lo asesinaran.
A casi cuatro años del crimen, afirma que “la procuración de justicia ha sido negligente, omisa y deficiente”, por eso comenzó a tocar puertas y llegó a México Unido contra la Delincuencia, que lo ha ayudado a hacer cita con los últimos tres fiscales y el abogado de la organización lo ha acompañado a realizar varios procedimientos.
Ahora exige que se turne el expediente del caso para que haya un dictamen de sicología forense y uno criminalístico.