San Francisco, California

Daniel Uribe usa lentes. Es mexicano, y especialista en ciberseguridad. Ha alimentado su genio sumergido en las entrañas de Silicon Valley para desarrollar un proyecto que puede cambiar el rumbo a la humanidad: proteger el genoma de cada ser humano.

Ingeniero en Electrónica y Telecomunicaciones por la Universidad Iberoamericana, tiene el MBA por el IPADE y también una maestría en la Universidad de Stanford. Sus estudios más recientes los realizó en la Universidad de Singularity, que es la academia de la NASA y Google.

Daniel no lo piensa y se dice orgulloso de ser un mexicano que se ha sumergido en los ecosistemas que se albergan en una de las principales fuentes de ciencia, tecnología e innovación que se ubica al sur de la bahía de San Francisco: el “Valle del Silicio”.

Advierte que pese a haber mucho talento entre la comunidad mexicana asentada en California, son pocos los que llegan a emprender en el área tecnológica-científica, pues dice que es difícil para los mexicanos competir por oportunidades en lugares como ese centro tecnológico.

Sentado en una sala cerca de la calle Market —la avenida principal que lleva al muelle de San Francisco—, Daniel reflexiona:

“No obstante que somos 18 millones de mexicanos en California, apenas aportamos menos de 2% del PIB de este estado, y esto es porque es muy difícil o no hay acceso a educación superior, y eso es un privilegio para mí, como también es un gran reto ser parte para que eso aumente.

“Es un honor, un privilegio emprender, trabajar y desarrollar aquí, pero somos muy poquitos, si conozco a 100 debería conocer a 10 mil o 20 mil mexicanos trabajando en proyectos de gran envergadura”, considera al no dudar de la capacidad de los mexicanos para emprender.

Refuerza: “Ojalá en México se animen a entrarle duro a la ciencia y desarrollar proyectos de impacto global”. Destaca la labor que hace la Fundación Ealy Ortiz AC para difundir la ciencia y formar a periodistas en este campo a través del Taller Jack F. Ealy de Periodismo Científico.

Para Daniel Uribe, especialista en “blockchain” o cadenas de bloques, ser mexicano es un orgullo. Es empresario desde hace 14 años y se dedica a la tecnología en información; ha estado en Silicon Valley tratando de utilizar las tecnologías de punta en busca de resolver problemas que tiene la sociedad.

Originario de la Ciudad de México, enfatiza lo importante que es Silicon Valley para emprender en nuevas tecnologías. Recuerda la frase de uno de sus mentores, quien le comentaba que las sociedades se mimetizan en función de la figura pública que más tienen como ejemplo.

“En el caso de Los Ángeles, la figura es el artista, por lo tanto todo el ecosistema favorece a que haya una producción de artistas, en Silicon Valley, la figura principal es el emprendedor y todo gira alrededor de cómo se apoya al emprendedor o a la emprendedora en todos esos esfuerzos.

“Y eso hace que haya capital disponible, mentores, oficinas, muchos seminarios, universidades interesadas en proyectos con el objetivo de que haya innovación y nuevas alternativas para resolver los problemas que sigue teniendo la humanidad”, comenta y narra su experiencia en este centro de innovación.

Cuando inició su carrera profesional en el año 2000, la empresa para la que trabajaba lo enviaba a Silicon Valley a tomar cursos y desarrolló la esperanza de que algún día estaría ahí mismo “y ser el que pueda proponer una nueva solución a un problema, hoy se da la oportunidad y aquí estamos”.

Uribe es un joven de pensamiento rápido, llano y apasionado. Comenta el proyecto que desarrolla: “Desde hace tres años me llamó mucho la atención la tecnología inherente a las cripto- monedas, la más famosa de ellas es “bitcoin”, con una capitalización que lcanza los 100 billones de dólares”.

Relata que detrás de esas monedas existe la innovación de un algoritmo de cadena de bloques, lo que permite aumentar significativamente la seguridad de procesos digitales o de transacciones digitales que hace muy costoso, y a su vez muy desalentador tratar de hackearlas.

“El reto es cómo utilizar la tecnología de la cadena de bloques para otros aspectos de la vida de los seres humanos, no sólo cripta monedas, sino también pueden ser datos genómicos”.

Advierte que en Stanford los profesores Andrés Moreno y Carlos Bustamante le permitieron aprender lo básico de genómica y a partir de ello hacer converger a las cadenas de bloques y la ciberseguridad con la información genómica.

“Y proteger a los individuos para que su información genómica no esté esparcida de una manera irresponsable, pero al mismo tiempo no impedir que siga habiendo un ecosistema de desarrollo de investigación en el tema”.

Advierte: “Hoy muy pocas personas saben que en el momento que ponen su saliva en un contenedor y lo envían a una empresa que les puede dar un servicio aparentemente muy inocente, tras bambalinas, de manera legal y sustancial se están cediendo los derechos sobre esa información, en algunos casos por 100 años, para que ellos puedan explotar su información genómica.

“Muchas personas no son conscientes de esto y de alguna forma queremos proteger a los usuarios que participen de esta revolución genómica, de esta ingeniería de genes, pero al mismo tiempo con protección, educación y conciencia”.

Rechaza la idea de convertir en un broker la unión de empresas con clientes, y pide haya un control ético del manejo de la información genómica a fin de evitar un mal uso. Con base en la perspectiva científica, Daniel desarrolla un nuevo mecanismo para proteger el genoma de los seres humanos.

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