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La cuarta etapa de la vida es el término empleado por el ingeniero argentino Rafael Kohanoff , la cual empieza después de la jubilación , pero parte de una visión distinta que busca “salir de la teoría de que una vez que se llega a cierta edad se tiene que dejar de trabajar”, no hay que obligar a las personas, pero si ellas lo desean, se les debe dar la oportunidad y las condiciones para que lo hagan, dice.
“Tiene que ser la etapa de la vida querida, anhelada, respetada y buscada”, siguiendo con una vida íntegra, con la mente lúcida, pensando, haciendo cosas y trabajando, lo que podría generar un cambio sustancial; la mirada tiene que ser distinta porque se busca la equidad social, que la gente tenga las mismas posibilidades de disfrutar la vida.
“Cuando se inventó la jubilación en el año 1900, se pensó que la gente de 60 años no tenían más la capacidad física, intelectual y psicológica, y además que se iba a morir a los dos años, lo cual la última parte era cierto", la esperanza de vida en ese tiempo era menor, ahora es de 80. "No nos morimos a los dos años de jubilados, vivimos 20, 30 años”, añade Rafael Kohanoff .
Se genera un número de personas que tienen experiencia, “que ya estudiaron, que ya aprendieron, que ya trabajaron”, que representan un potencial y una riqueza que no es entendida ni aprovechada.
Hay una buena cantidad de jubilados que gozan de buena salud y que tienen autonomía económica.
Sin embargo, al jubilado se le excluye de la sociedad, se dice que “es el que ya no puede” , esta idea de muchos organismos del Estado y también comparado por la sociedad es discriminatoria y está evitando que entendamos que hay un cambio.
El desafío de la sociedad actual es entender que tenemos un potencial nuevo, partiendo de que hay necesidades que no son satisfechas por el mercado y el Estado, que pueden ser abordadas por los jubilados , dijo el también director del Centro de Tecnologías para la Salud y Discapacidad del Instituto Nacional de Tecnología Industrial de Argentina .
“La situación del jubilado es muy diferente, hay quien quiere hacer algo y no sabe como hacerlo ni cómo, hay quien tuvo una vida de trabajo muy dura y cuando le hablas de trabajar no quiere saber de nada, todas estas nuevas situaciones tienen que ser volcadas en un potencial tremendo que es lo que llamó la cuarta etapa de la vida , la más linda y la más importante”, explica Kohanoff .
Además, señala que en algunos congresos las personas se muestran alarmadas porque “los viejos viven más tiempo y cada vez hay más viejos”, pero él les responde que no se alarmen por eso, que se alarmen si llegan pobres y viejos, pero si llegan en buenas condiciones con la riqueza que han acumulado es una edad gloriosa.
Hay mucho que hacer dice el ingeniero de 93 años, pero indica que lo que ve “son lamentos”, una alarma de cuántas personas adultas mayores hay y cuánto están viviendo, y “casi se los considera una carga”, entonces hay que modificar esa situación.
La cuarta etapa de la vida no ha sido concebida por la autoridades, la sociedad ni por los propios adultos mayores , indica en entrevista con EL UNIVERSAL , Rafael Kohanoff.
Al compartir su experiencia, cuenta que a partir de “una mirada sobre la realidad” han desarrollado varias cosas. En un geriátrico de su país, al acercarse a las personas adultas mayores les preguntó cómo podía ayudarlas de manera tecnológica, para mejorar sus vidas.
La petición de un hombre llamó su atención, ´¿No puede hacer algo para que no se caigan los bastones?´ , le dijo, y en ese momento el ingeniero recordó que varias veces había sido testigo de este problema, pero nunca se le había ocurrido hacer algo para que no sucediera. Kohanoff pidió a su equipo buscar en Internet si existía algún artefacto con dicho fin, pero la sorpresa fue que no lo había.
“El bastón se cae, esto es un riesgo porque mucha gente se ha caído y se ha roto la cadera”, este fue el parteaaguas para el desarrollo de necesidades de este sector, entre las que se encuentran: un calzador largo para quien no puede agacharse, un colocador de calcetines , un rascador de espalda o un levantador de prendas . En total, han diseñado nueve dispositivos siempre consultando a las personas.
Sin embargo, se encontró con que el mercado les dijo “esto no es negocio”, entonces ellos actuaron, hicieron planos y capacitaron a los jubilados argentinos y a las cuidadoras domiciliarias para que pudieran fabricarlos ellos mismos. Esta iniciativa planea expandirse a México , por medio de convenios de cooperación simple, ya que los productos que desarrollaron no tienen patente.
“Están hechos para una transferencia libre, y le vamos a transferir los planos, los manuales y estamos viendo la posibilidad de un curso muy rápido de capacitación para que esto pueda llegar hasta la última persona que lo precisa”, indica Rafael Kohanoff .
El ingeniero recibió en México el doctorado honoris causa de parte de 17, Instituto de Estudios Críticos, el pasado miércoles.
mpb