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“No necesito ser mayor de edad para saber quién soy”, enfatiza con voz firme Mark Calderón, un joven transgénero de 16 años, quien asegura que, por ser menor de edad, cada día libra una batalla para que los adultos reconozcan su identidad.
Aunque siempre supo que había algo que lo hacía diferente a los otros niños, Mark nunca sintió disforia de género hasta que entró a la adolescencia: “Comencé a sentirme mal conmigo mismo, sobre todo con mi cuerpo. Me preguntaba por qué no podía seguir pareciéndose al de los otros niños. Mi autoestima dio un bajón enorme y me empezaron a dar ataques de ansiedad”.
A los 15 años, sus crisis eran incontrolables. Preocupada, su mamá, Carla, lo llevó a terapia, pero antes de que Mark siquiera mencionara la palabra trans, los sicólogos ya habían atribuido su depresión y afinidad con el género masculino a factores como la carencia de una figura paterna o a la muerte de su abuela.
“Pasé por tres diferentes terapeutas, y por más que yo les decía que no había que encontrar una causa para lo que me pasaba, ellos no lo validaban. Ser menor de edad hace que los adultos no me tomen en serio cuando les digo que soy trans”, cuenta.
Para Mark, romper el silencio y hablar de su condición con su familia fue un proceso largo. Recuerda que el tiempo que estuvo callado lo agobiaba mentalmente y le detonaba las crisis: “Desde que llegaba a mi casa tenía que cambiarme el switch. Era como una traba en mi transición, porque todo lo ganado y avanzado en la calle, conmigo mismo o con mis amigos, se reiniciaba desde cero todos los días”.
Cuando se decidió a hablar con su mamá, “no se acabó el mundo ni fue una tragedia”, narra Carla, aunque confiesa que aún no puede referirse a él completamente en masculino.
Ella inició a indagar, lo apoyó para que en su preparatoria le permitieran entrar al baño de hombres y lo llamaran por el nombre que escogió. Incluso, lo acompañó a una clínica para que inicie su transición.
“Estoy muy emocionado y espero que en marzo pueda empezar el proceso”, indica Mark.
El cambio de género en menores de edad inicia antes de los 14 años y se requiere la autorización de los padres, explica Eduardo Vinicio Ramos, médico especialista en atención a personas trans: “Se suministran bloqueadores para suspender los caracteres sexuales de la pubertad (...) A los 14 o 15 años se inicia con el tratamiento hormonal”.
Carla está consciente de que Mark deberá tener constantes revisiones médicas para verificar el funcionamiento de sus órganos y que su crecimiento sea normal.
Asegura que aunque a ella le gustaría que él dejara pasar más tiempo para llevar a cabo su transición, “mientras mi hijo sea feliz y esté pleno, yo estaré para él. Mil veces prefiero apoyarlo, a decirle: ‘Tú eres niña y así te vas a quedar’, porque ya viví cómo es verle los ojos siempre tristes, ansioso y que no hubiera manera de calmarlo y jamás quiero volver a verlo así”.