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En el rescate de vidas Frida viajó a Haití en 2010, a la zona deslave de Guatemala en 2015, estuvo presente en el sismo de Ecuador al año siguiente y en México fue enviada a lugar donde tuvo su mayor impacto el terremoto de Oaxaca y la Ciudad de México.
Con su peculiar uniforme: gogles, botas y un arnés, esta labrador de ocho años de edad, integrante de la Unidad Canina de la Secretaría de Marina (Semar), se volvió la sensación en redes sociales.
Juguetona, tranquila y jovial permanece Frida tras semanas de búsqueda entre los montones de escombros en el Palacio Municipal de Juchitán, entre otros sitios, donde logró ubicar el cuerpo del policía que estuvo por horas debajo de toneladas de piedra.
La siguiente misión de Frida fue viajar a la Ciudad de México: entre otros edificios, fue enviada a explorar los restos del Colegio Enrique Rébsamen.
Sensibilidad, eficacia y logros son las características que la definen.
Israel Monterde Cervantes, jefe de la Unidad Canina de la Marina, cuenta que Frida ha participado en fenómenos naturales en diversas partes de América Latina y México, donde ha podido localizar a 53 personas, 12 de ellas con vida.
Frida nació en las instalaciones navales, donde se selecciona a aquellos ejemplares que cuentan con las características necesarias para participar en el rescate y localización de personas en fenómenos naturales como sismos o deslaves. Ella forma parte de un grupo de 270 perros adiestrados que existen en toda la República Mexicana y que pertenecen a la Marina.
“Desde que son cachorros se empieza a ver las características que presentan. Lo que buscamos en un perro es que tenga características innatas de inspección y búsqueda. Todos esos son los rasgos que nos sirven para determinar qué perro puede ser mejor” para este trabajo.
Ataviada con su uniforme y con la identidad que se le otorgó, Frida ha alcanzado una fama que a nivel mundial ningún otro animal de búsqueda ha logrado hasta ahora.
El equipo de rescate de Frida se compone de un arnés que la protege en la parte del torso y la espalda, además que sirve para que su entrenador ayude al animal a alcanzar algún lugar al que no pueda llegar por sí mismo.
Sus botas son de material sintético, resistente y a la vez flexible, que le sirven para no dañar sus patas por el pavimento caliente o no se hiera con clavos, cristales o piedras filosas.
“Pero como Frida labora en áreas inestables, también cuenta con sus gogles, los que le ayudan para cubrirse los ojos, porque en ocasiones se encuentra mucho polvo o sustancias toxicas que pudieran dañar su vista”, aseguró.
Mientras se hace la descripción Frida se deja acariciar. Entiende cuando es momento de trabajar, lo hace por 25 minutos al día, no más, porque el esfuerzo la puede estresar y agotar.
Después de trabajar es enviada de vuelta a las instalaciones de la Semar, donde regresa a sus actividades de entrenamiento permanente.
En ese lugar se cuenta con un escenario en el que se recrea una zona devastada y ahí es adiestrada para iniciar la búsqueda de humanos. Otra fase importante es el entrenamiento físico, particularmente el salto de obstáculos.
Israel Arauz Salinas es la persona que más conoce a Frida. El tercer maestre de infantería de la Semar es su entrenador y con él también juega con su pelota, no para relajar su entrenamiento, sino para acentuar una habilidad de ágil búsqueda.
Llega la hora de la comida, que sólo es una vez al día y con una selección estricta de alimentos, rico en proteínas.
El resultado es el “trabajo del binomio: del hombre y el perro. Eso es invaluable en estos momentos en donde se ve el valor que tienen los animales en nuestra sociedad y la aceptación que debemos tener con ellos” cuando ocurre una situación de emergencia como los pasados sismos de septiembre.
La labor de Frida sólo se extenderá por dos años más. Está a punto de llegar a la edad de jubilación para quienes realizan estas labores. Por su alto nivel de desempeño, la Unidad Canina de la Marina ha determinado ingresarla como maestra-guía que formará a nuevos héroes de cuatro patas.