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Un funeral. Coronas de flores y dos cirios cubiertos por un vidrio rojo. No se escucha el llanto, quizás porque los familiares tuvieron tiempo y se prepararon para lo peor. Algunos contemplan el ataúd color café en la capilla 22 de la agencia funeraria Gayosso, sobre la esquina de James Sullivan con José Rosas Moreno, en la colonia San Rafael. Otros prefieren salir, tomar café y hablar con sus conocidos. Una señora está al teléfono: “Vino mucha gente”, le comenta a su interlocutor.
Más que de tristeza, la atmósfera es de confusión. Las miradas atónitas y los rostros cabizbajos sustituyen a las lágrimas. Pocos creen que, a una semana del sismo, el cuerpo de Carolina Leticia Muñiz Botello esté en ese lugar. Hasta el lunes, todavía existía la esperanza de encontrarla con vida entre los escombros del edificio con la dirección Álvaro Obregón 286. Ella había acudido al inmueble por motivos de trabajo.
Víctor Solís, compadre de Carolina, habla con EL UNIVERSAL en representación de su familia. Cuenta que era mercadóloga y que, hasta el 19 de septiembre, laboraba en la empresa Axalta, dedicada a la fabricación y venta de pinturas industriales. “Fue a atender una reunión en el segundo piso de Álvaro Obregón 286, donde estuvieron presentes ella representando a Axalta y otro proveedor, Alba Construcciones. La reunión inició a las 12 de la tarde y se llevó a cabo en las oficinas de otra compañía que, hasta donde tengo conocimiento, se dedica a darle servicio a todas las empresas del Grupo Zara”.
En tono solemne, lleno de respeto, Solís agrega que “ahí entró y no salió”. Considera paradójico” que Carolina haya muerto en un derrumbe cuando siempre trabajó en empresas relacionadas con el ramo de la construcción; específicamente en Cemex y Pinturas Osel.
“En la funeraria no hay botes de pintura ni carpetas con campañas de publicidad. Hay personas que sienten su pérdida.
Jorge Enrique Gómez Zamarripa estuvo casado con Carolina hasta hace cuatro años. Tuvieron dos hijos, Diego y Luisa, de 10 y 6 años respectivamente. En medio del duelo, Zamarripa prefirió no dar declaraciones a la prensa, pero sí escribió un emotivo mensaje en sus redes sociales refiriéndose a Carolina como una “gran mamá y luz de mis hijos”. Estas son sus palabras: “Un temblor se la llevó y en mi corazón y el de mi familia prevalecerá por siempre. Doy gracias por haberla conocido y por haberme dado mis dos grandes razones”.
Padrino de Diego, Víctor Solís recuerda a su comadre “siempre sonriente, positiva, muy querida y amada por su círculo familiar y social”. Con las muestras de cariño, termina una semana de incertidumbre, de no saber si Carolina aparecería.