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Hace 10 años, el semblante de Juan Manuel pasó a ser el de un hombre enojado, su ceño fruncido y tenso, después un temblor en la mano izquierda le empezó a causar molestias, no podía hacer bien su trabajo como obrero porque las cosas se le caían, asustado, fue a una consulta médica en donde le dijeron que tenía la enfermedad de Parkinson.
Originario de San Juan del Río, en Querétaro, Juan se convirtió en uno de los pacientes con esta enfermedad neurodegenerativa de la que no existen cifras ni estadísticas a nivel nacional, se estima que afecta a 1% de la población y en el mundo la padece 6.2 millones de personas explicó Carlos Eduardo Martínez Cortez, neurólogo adscrito al Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI.
El 11 de abril se conmemora el Día Mundial del Parkinson, este mal se caracteriza por la pérdida de una sustancia llamada dopamina a nivel cerebral, en un punto específico que se denomina sustancia nigra, la sintomatología más común es el temblor de las extremidades y algunos pacientes presentan rigidez en su cuerpo y lentitud de movimiento.
Cuando Juan notó el cambio en su rostro pensó que era provocado por estrés laboral, no le dio importancia hasta que un movimiento constante en su mano izquierda le impedía realizar sus actividades como obrero, comentó la situación con su esposa y visitaron a un médico.
Una vez diagnosticado, recibió levodopa que es el fármaco más recetado para controlar los síntomas del Parkinson, pero su organismo fue intolerante al medicamento; tuvo náuseas, vómitos y presión baja, entonces se convirtió en candidato para una cirugía de estimulación cerebral profunda.
Para someterse a esta operación, Juan se trasladó al Centro Médico Nacional Siglo XXI, cuatro horas fueron suficientes para colocarle al paciente dos electrodos en la parte profunda de su cerebro y conectarlos a un generador de energía; el electrodo provoca una corriente eléctrica que mejora los síntomas de estos enfermos.
Aunque no existen cifras oficiales sobre esta afección, la incidencia en el Hospital de Especialidades del Seguro Social es de 40 a 50 casos por cada 100 mil habitantes. El Parkinson no tiene cura, sólo un tratamiento que busca mejorar los síntomas, la edad promedio en que aparece es entre 55 y 60 años, también hay casos en donde las personas no superan los 40 años de edad como le sucedió a Juan quien fue diagnosticado a los 39.
Uno de los principales retos ante esta enfermedad es el diagnóstico tardío que ocurre porque hay pacientes que presentan síntomas no tan característicos de este mal, como la depresión o tienen alteraciones en el olfato tiempo antes de presentar los movimientos en sus extremidades.
Es común que al momento de escribir, su letra se vaya haciendo pequeña; otra alerta es que sienten que no pueden iniciar una actividad o que están lentos y hay algunas otras personas que se vuelven inexpresivos y dejan de sonreír, “todos me veían con cara de pocos amigos”, recuerda Juan.
En 1990 la cirugía en la que se colocan electrodos en el cerebro de las personas con Parkinson se empezó a realizar en el mundo, en México fue posible hasta 2005. En 13 años se han practicado alrededor de 200 intervenciones en enfermos que han sido candidatos, con lo que ha mejorado su calidad de vida.
Las pequeñas descargas eléctricas provocadas por los electrodos colocados en el cerebro del paciente inhiben algunas estructuras que están sobre activadas en los pacientes con esta enfermedad, es lo que genera la lentitud de movimiento, entonces al ser estimulado el cerebro, las personas recuperan el movimiento.
Después de ser operado dejó de temblar, ahora que está pensionado ha puesto un negocio donde vende rosas con su esposa, todos los días se levantan a las 5 de la mañana y viajan durante una hora para llegar a su local, el señor atiende con amabilidad a sus clientes y dice que se le facilita porque ha recuperado la sonrisa.