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Bongo, Gitano y Oporto
son unos “héroes”, son unos “gigantes de cuatro patas”, son parte de los binomios caninos que han trabajado sin cesar en el rescate de cuerpos en cada uno de los edificios colapsados en la Ciudad de México tras el temblor de 7.1 grados.
Los perros no saben porque la gente les aplaude, no saben lo que acaban de hacer, lo único que quieren es hidratarse, comer, dormir, descansar. Entienden que algo bueno hicieron porque su manejador los premia, pero no comprenden que le han salvado la vida no una, sino a muchas personas.
Oporto es un perro binomio del Ejército, tiene cinco años, es un pastor belga entrenado para detectar cuatro tipo de olores, el ahogado, hueso quemado, el putrefacto (sin vida), y el estresado, es decir, un cuerpo con vida.
Ahora duerme, tiene derecho a descansar por un hora, porque a la siguiente le toca trabajar, lo acompañan cinco perros más, quienes junto con él, fueron a colaborar a Xochimilco, donde también hubo desastres.
Oporto ha logrado seis marcajes algunos de ellos ha tenido éxito, otros lamentablemente no. Ayer estuvo en el colegio Enrique Rébsamen, fue un día gris, porque sin quererlo, sin saberlo, detectó cuerpos sin vida.
En el número 286 de la Avenida Álvaro Obregón en la colonia Roma, están Gitano y Bongo , ellos pertenecen a la Unidad de Protección Civil y de Bomberos de Jalisco, al igual que Oporto son pastor belga, están entrenados desde los cinco meses de nacidos.
Están espacializadosen la búsqueda de personas con vida, son los responsables de que elementos de USAR Jalisco, hayan rescatado la madrugada del pasado miércoles a dos personas adultas y a una menor.
Era una y media de la madrugada cuando subieron entre los escombros, comenzaron a olfatear, rascaron y en cuestión de segundos comenzaron a ladrar. Es la señal de que hay vida, dice su manejador, Samuel Ruvalcaba, quien desde hace 13 años trabaja con perros.
Ayer, cuando muchas familias empezaban a perder la esperanza, Bongo marcó y ladró sin parar, avisó que había personas con vida. Inmediatamente el personal de rescate comenzó trabajar para corroborar si una vez más había vida.
Bongo y Gitano han trabajo por tres horas continúas, han trabajado hombro con hombro con rescatistas de Israel, Panamá y de Baja California Sur, “ellos saben cuáles son las técnicas para no afectar más a la víctima”, dice Samuel, lo que no saben, es que un ladrido les regresa el “alma al cuerpo” no sólo a los rescatistas, sino a las familias, y por supuesto a las víctimas.
ml