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Los colores verde y azul brillantes en su plumaje han hecho del cotorro argentino una de las aves preferidas por los mexicanos para tenerla como mascota; sin embargo, por su gran capacidad para adaptarse a cualquier condición y para reproducirse rápidamente, se ha convertido en una amenaza para las especies que habitan nuestro país, así como un riesgo sanitario para la población.
El cotorro argentino (myiopsitta monachus), que tiene presencia en todo el país y especialmente al oriente de la Ciudad de México, es una de las 500 especies invasoras que hay en el territorio nacional; la mayoría de ellas ingresó como una mascota que venía escondida en el equipaje o de manera accidental en algún cargamento.
Isabel Cruz, subcoordinadora de Especies invasoras de Conabio, explicó que al introducir a un organismo a un medio ambiente nuevo, las “medidas naturales de control” desaparecen: “No todas las especies exóticas o no nativas que entran a un nuevo ecosistema se convierten en invasoras, de hecho la mayoría no sobrevive, y esta es la diferencia clave entre una especie exótica y una especie invasora”, advirtió.
Destacó que no existen características que permitan pronosticar de manera definitiva si una especie se va a convertir en invasora, pero sí hay una serie de particularidades que, solas o combinadas, favorecen a que un organismo sobreviva, se establezca y reproduzca en un medio diferente al original.
Cruz indicó que las especies invasoras exóticas es un tema subestimado porque sus efectos secundarios no se notan a primera vista, pero al introducir tanto flora y fauna procedente de otras regiones, se altera toda una cadena de factores en los ecosistemas, cuyas afectaciones impactan a los seres humanos.
De mascota a plaga
Emilio Román Hinojosa, académico del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel Oriente, comentó que desde hace dos décadas esta especie, que pertenece a la familia de los loros, fue introducida a México comercializada como mascota; sin embargo, esta ave suele escaparse con frecuencia o es liberada por sus propietarios, por lo que encontraron la manera de construir nidos y establecerse en las periferias de la Ciudad de México y en otras partes de la República.
Detalló que este tipo de perico porta parásitos que pueden afectar al ganado aviar, infectándolos con esta bacteria similar a un ácaro y que al ser consumido por el ser humano afecta su salud.
Comentó que desde hace un año, un grupo de profesores y estudiantes han estudiado el comportamiento de estas aves que desde hace varios años se establecieron en el plantel educativo, por lo que el fin de semana pasado solicitaron el apoyo del cuerpo de bomberos de la Ciudad de México para alcanzar los nidos, tomar muestras de los ejemplares y marcarlos para darles un seguimiento con el propósito de conocer más su comportamiento.
Román Hinojosa indicó que el perico argentino tiene presencia en gran parte de la República, por lo que ha afectado los campos agrícolas, ya que se alimenta del grano, la semilla, los frutos e incluso los cultivos de maíz. Además de las pérdidas económicas que puede representar su presencia, apuntó que en materia biológica su comportamiento agresivo desplaza a otras especies.
El perico argentino mide entre 28 y 29 centímetros y es originario de Sudamérica; sus nidos los construyen al exterior, ya sea en árboles o postes de luz, y son hechos de ramas.