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“En la contingencia tenemos que buscar la manera de levantar la voz y esta es una de ellas… nosotras como víctimas colaterales de feminicidio no nos vamos a detener”, dice Sandra Soto desde una sala virtual, uno de los escenarios donde sigue combatiendo la violencia de género , “tenemos una lucha”.
Cuando la COVID-19 llegó a México, las violencias machistas no entraron en cuarentena y tampoco las causas sociales. Las plataformas digitales son algunos de los espacios donde víctimas, activistas y organizaciones tejen redes para exigir acciones ante la problemática.
Sandra Soto, también fundadora del proyecto digital Los machos nos matan en México, dijo estas palabras el 9 de junio de 2020, durante la presentación de la campaña #BastaDeContarHasta10 , uno de los muchos esfuerzos organizados que se han llevado a cabo durante la pandemia.
El proyecto es una respuesta a la campaña gubernamental llamada “Cuenta hasta 10” , donde se pedía a las personas respirar, contar hasta 10 y sacar una bandera blanca de la paz para evitar la violencia durante el confinamiento.
“¿Cómo le haces entender al agresor que cuente hasta 10 para que no cometa un feminicidio?”, se pregunta al respecto la activista Edith “N”, “a mí parecer y al parecer de muchas colectivas, es una burla, nos está minimizando todo el gobierno ”.
Presentación de la campaña #BastaDeContarHasta10. Captura de pantalla.
“Se merecen los feminicidios ” escribió un usuario anónimo en la plataforma virtual; “pinches mujeres solo sirven para la cocina” redactó otro. Esas fueron algunas de las agresiones que recibieron durante la videoconferencia. Además de irrumpir con sonidos de eructos, los intrusos hackearon las cuentas de las activistas .
La situación no sólo mostró que la misoginia está en todos los espacios, también dejó ver las redes que se han formado: “ Las activistas no tenemos miedo …siempre vamos a ‘acuerpar’ a las familias, vamos a apoyar a quien esté en situación de víctima”, contestó Edith, una de las personas hackeadas.
“Nos mataron a un familiar, a una hija, a una hermana… además de la violencia que ya pasaron, que nos las mataron, nos las secuestraron, nos las desaparecieron, pues vivimos en un país omiso”, dijo desde la pantalla Mayra González, mientras sostenía la fotografía de su hermana de Gloria Sintia Saldaña González, quien fue asesinada hace cuatro años, “estoy cansada de contar hasta 10 feminicidios diarios” .
Foto: Tomada de Facebook.
En entrevista, la abogada Ximena Ugarte explica: “La situación de emergencia sanitaria mermó mucho la capacidad de activismo en las calles, pero poco a poco muchas compañeras activistas, organizaciones y colectivas han vuelto a ocupar al menos las redes sociales para volver a poner en la agenda el tema de la violencia de género”.
#BastaDeContarHasta10 fue impulsada por familiares de víctimas, las organizaciones Nuestras Hijas de Regreso a Casa, Más Vida Más Igualdad, la colectiva Lesbo Batukada Feminista Radical, la Fundación Internacional Baltasar Garzón, la Red Mujeres Con Valor y el colectivo Si No Están Ellas No Están Todas, en colaboración con la activista Malú García Andrade, la periodista Lydia Cacho y las actrices Ofelia Medina y Kate del Castillo.
Acompañar a la distancia
Antes de la COVID-19, en la antigua “normalidad”, el dolor de las familiares de las víctimas de violencia de género encontraba eco en las tamboras de la colectiva Lesbo Batukada Feminista Radical , en las marchas sus integrantes avanzan detrás de ellas con el rostro cubierto y el paso firme, como si fueran a la guerra, están en ella.
Para “Mezcalina”, artista de performance, esas tamboras son “una herramienta para visibilizar las problemáticas sociales de las mujeres… podemos gritar más fuerte aunque nos estén matando”.
“Acompañamos” explica Ana “N”, quien forma parte de la Lesbo Batukada, “estamos donde generalmente muchas personas no quieren estar, en el dolor y en la rabia, en la exigencia de justicia ”.
De acuerdo con Ana, gran parte de su labor es en las calles, es “trabajo político de abajo”: durante las manifestaciones se vuelven un “escudo humano”, un “cinturón de derechos humanos ” para las familiares de las víctimas que están en búsqueda de justicia.
La Lesbo Batukada marcha detrás de las familiares de víctimas de desaparición o feminicidio. Cortesía.
Las mujeres de la colectiva también acuden con las familias a fiscalías, mesas de trabajo y distintas actividades, se asumen como una organización horizontal de participación itinerante, hay activistas, comunicólogas, diseñadoras, abogadas, peritos y demás personas capacitadas en derechos humanos . A veces actúan como colectiva o de forma individual según sus posibilidades.
“Cuando la Lesbo Batukada acompaña a las familiares de las víctimas ellas nos enseñan muchísimo, nos enseñan a tener coraje, a tener valor, determinación y dignidad… Eso es la solidaridad, eso es el acompañamiento, aprender unas de otras y caminar en hermandad de mujeres, es entendernos”, afirma Ana.
“La postura política es refugiarlas”, dice Edith “N”, también integrante la colectiva, “caminar con ellas en su lucha que se vuelve nuestra lucha… son acciones directas, es el retiemble de las tamboras al decir que estamos presentes, que estamos ahí, que se escuchen sus voces ”.
“El confinamiento ha desarticulado muchas cosas”, explica Ana, a su parecer la situación sanitaria ha limitado la actividad de la Lesbo Batukada. Así, el virus las llevó a espacios digitales, “aunque no estamos en las calles seguimos en las redes” , comenta Edith “N”.
Además de #BastaDeContarHasta10, han realizado otras actividades colaborativas, manifestaciones virtuales como #NosotrasTenemosOtrosDatos, campaña con la cual se pretendía visibilizar la violencia que viven las mujeres en el aislamiento.
Protesta #NosotrasTenemosOtrosDatos
Ana cuenta que también han mantenido comunicación con familiares de víctimas, gestionan con otras compañeras para refugiar mujeres, las ayudan con trámites electrónicos como denuncias o actas, realizan conversatorios virtuales, mesas de análisis y posicionamientos políticos, “somos una red de asistencia… tejemos solidaridad con otras organizaciones para ellas”.
Hay otras formas de organización, como páginas feministas de trueques o colectivas que han estado entregando alimentos a las mujeres que lo necesitan, Edith dice que también difunden información, canalizan para la obtención de apoyo psicológico o, en el caso de la interrupción del embarazo, acompañamiento legal y médico.
“Nos necesitamos vivas, nos cuidamos entre nosotras, si a alguien le falta algo de comer le hacemos llegar a su domicilio… tengo la obligación de cuidarme, de no contagiarme ni a nadie porque vamos a volver a salir a las calles, nuestro objetivo es seguir luchando”, afirma Edith.
El redoblar de los tambores es característica de la Lesbo Batukada, símbolo de presencia y exigencia de justicia. Cuento Mono. Cortesía.
Una pandemia social
Hace un mes a Mezcalina la buscó una amiga porque había encontrado a una mujer embarazada en Tlatelolco que no pudo quedarse en casa porque fue golpeada por su esposo , después de llevarla al médico la acompañaron con su mamá, luego hicieron una colecta de dinero y víveres para ella.
La violencia contra las mujeres no surgió durante la contingencia por la COVID explica Ximena Ugarte, la problemática ya estaba desde antes, lo que sucedió es que el virus visibilizó y complejizó una situación previa : “no hay mecanismos adecuados de atención inmediata y de emergencia cuando las mujeres están siendo víctimas de violencia feminicida”.
Foto: Cortesía.
De acuerdo con el Mapa de Feminicidios de la investigadora María Salguero, en plena pandemia, del 16 de marzo al 30 de abril, en México 405 mujeres murieron violentamente.
Además, según la Red Nacional de Refugios , en el primer mes de confinamiento aumentaron 80 por ciento las llamadas y mensajes de solicitud de apoyo por violencias de género.
Ximena Ugarte comenta que durante la emergencia sanitaria también hubo un incremento en el hostigamiento y acoso sexual por redes sociales, sobre todo a menores de edad.
La especialista detalla que además de los casos nuevos de violencia de género , las víctimas que ya tenían interpuesta una denuncia vieron detenidas sus investigaciones por la disminución del personal y la falta de capacidades de las fiscalías para atender esta problemática, “en realidad el quédate en casa no ha sido para todas ni para todos en muchos sentidos, pero mucho menos para las víctimas”.
La abogada enfatiza: “Es muy importante sacar las mejores lecciones, que no se vuelva a repetir una situación donde las mujeres por una emergencia social, de emergencia sanitaria pública, sean las que tengan que pagar. Se profundizó la violencia contra nosotras , no hubo mecanismos adecuados del Estado para responder a este incremento de violencia”.
Ana considera que después de la emergencia por la COVID-19 no va a existir una normalidad, el reto será buscar nuevas formas de posicionar sus derechos. Edith concluye: “Por supuesto que van a volver a ver las tamboras, nos van a volver a ver porque por eso nos cuidamos en este confinamiento, por eso nos ‘acuerpamos’ entre todas, no vamos a faltar ninguna, vamos a volver a salir todas juntas otra vez”.
Marcha por el feminicidio de Ingrid Escamilla. Foto: Cortesía