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Son casi cuatro kilómetros los que separan el Zócalo de la Ciudad de México y el Ángel de la Independencia, pero el día de ayer la distancia parecía aún mayor, incluso lucían como dos mundos diferentes.
El ambiente de fiesta que se vivía en la Plaza de la Constitución por el primer informe de Andrés Manuel López Obrador como Presidente contrastaba con los reclamos y exigencias de miles de personas concentradas en Paseo de la Reforma.
“¡Es un horror estar con Obrador!”, gritaban los manifestantes que arribaron desde las 10 de la mañana. Esta vez los temas que originaron la protesta fueron, por ejemplo, la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el nulo crecimiento económico, la inseguridad y el supuesto ataque a la autonomía de la CNDH y otras instituciones independientes.
Los militantes del PRD fueron los primeros en llegar, después organizaciones como Chalecos Amarillos y la familia LeBarón. Aunque la marcha inició en el Ángel, quienes lideraron el movimiento prefirieron reunirse primero en un café para discutir sobre los problemas que atañen a México.
Luego de eso volvieron a las calles y las críticas iniciaron: “Fue un error votar por AMLO”, “la estrategia de abrazos no está funcionando”, “no queremos vivir en Pejelandia”, se leía en algunos letreros que desfilaron sobre Reforma.
El saldo en blanco: los monumentos no fueron pintados, no hubo vidrios quebrados y los locales no fueron vandalizados. La capital respiró y esto fue aprovechado por las familias, quienes incluso llevaron a sus mascotas a la movilización. “¡Es fifí, eh…!”, comentó una asistente entre risas al señalar a su cachorro.
Fifí fue otra palabra presente en las consignas, pues los inconformes se dijeron cansados de las divisiones que genera el Mandatario federal.
Tuvieron que pasar alrededor de dos horas para que la marcha llegara al Monumento a la Revolución, donde la gente clamó por escuchar las palabras de Julián y Adrián LeBarón. Al final, los mismos activistas invitaron a los participantes a aglutinarse en el Museo Memoria y Tolerancia para que, quienes quisieran darles el pésame por el asesinato de nueve de sus familiares, lo hicieran.
Fue en ese momento, en un punto intermedio entre el Zócalo y el Ángel, cuando los dos mundos chocaron. “¡Es un honor estar con Obrador!”, gritaron los seguidores del Titular del Ejecutivo federal cuando llegaron al museo. “¡Ya se les acabó el veinte!”, continuaron diciendo.
Los asistentes a la marcha prefirieron abandonar el lugar.