Ser joven en México disminuye la posibilidad de estar empleada remuneradamente y es menos probable la continuidad de los estudios hacia grados más altos. Ejemplo de ello es que en 2021 sólo 22 mil mujeres contaban con , mientras que 18 mil tenían una licenciatura terminada.

Según la investigación y paternidades en las instituciones de educación superior, en esta problemática se ven implícitas asignaciones de género, sobre todo en relación con el trabajo de cuidado, lo que hace que algunas mujeres prioricen la maternidad antes que la vida académica.

No obstante, también se debe a la alta demanda de tiempo y esfuerzo que exige el estudio de un posgrado, lo que dificulta que las mujeres puedan compaginar estudio y familia en estos niveles de profesionalización, dice el informe, publicado por la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

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En una encuesta realizada a estudiantes de la Ciudad de México y otros 22 estados se encontró que el rango etario en que se convirtieron en madres fue de 20 a 25 y de 26 a 30 años, mientras que hubo más madres y padres que tuvieron a su primer hijo en la licenciatura o durante el bachillerato. De hecho, poco más de 90% tiene uno o dos hijos.

Al preguntarles qué tan complicado es mantener la vida académica con la maternidad, todas coincidieron en que los estudios, los cuidados y crianza, la economía para sostener gastos escolares, la manutención familiar y la organización para desempeñar actividades laborales son rubros difíciles para ellas.

Únicamente 39.5% argumentó recibir al menos un apoyo para compaginar la maternidad o la paternidad con alguna de sus actividades académicas.

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Los estudiantes (licenciatura y posgrado) solo mencionaron las becas o compensaciones económicas y pertenecen a la Escuela Nacional de Antropología e Historia, Universidad Interactiva Milenio, Universidad Hispana de Puebla y Universidad Pedagógica de Durango.

“También hubo menciones sobre que las universidades entienden y atienden poco o en algunos aspectos a las madres y los padres. No obstante, en el análisis de los relatos se encontró que estas atenciones no resultan de los derechos ganados para madres y padres en específico, sino que devienen de otras leyes en materia laboral, como los permisos de maternidad y paternidad, el seguro social y las estancias infantiles”, refirió.

Independientemente del grado educativo, las madres desempeñan trabajo no remunerado como quehaceres y apoyos al hogar (pagar servicios, llevar las cuentas y preparar alimentos, entre otros). Entre las mujeres económicamente activas y no económicamente activas de todos los grados educativos rebasan 90% quienes también hacen los quehaceres y apoyos al hogar.

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“Este porcentaje disminuye un poco en el caso de las mujeres no madres, aunque tienen una alta representatividad en estas labores, la disminución de los porcentajes puede deberse a que no tienen hijos y ello les resta tareas que desempeñar”, describe la investigación.

Los datos de este análisis reflejan cambios en la forma en que se materna y paterna en México, algunos muy vinculados con las transformaciones en la dinámica de los hogares en los que más mujeres han accedido a la educación y al mercado laboral en las últimas décadas.

Esto ha impactado en las tasas de fecundidad, reduciendo notablemente el número de hijos por mujer y generando distintos modos de organización familiar, como la disminución de los matrimonios y el aumento de la maternidad en soltería.

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Estos cambios revelan que aún hay asignaciones de género que marcan pautas para desempeñar la maternidad y la paternidad, como la crianza y los quehaceres domésticos, que siguen siendo asumidos mayoritariamente por mujeres, mientras que la manutención pareciera estar implícita en los mandatos de paternidad de los varones.

“Dichas asignaciones tienen impacto en las oportunidades y las expectativas de las personas, una de las cuales es sobre la decisión de priorizar la carrera académica por encima de las atenciones a los hijos o viceversa: optar por la dedicación a los descendientes y dejar de lado otras metas personales”, puntualiza.

En el ámbito laboral las mujeres siguen enfrentando inequidades en los puestos de trabajo universitarios; en comparación con los hombres, ellas experimentan más situaciones de acoso, sexismo, sesgos para su contratación y menos posibilidades de ascenso o de participación en la toma de decisiones.

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El reporte indica que no es la maternidad en sí misma la que dificulta a las mujeres conseguir algunas metas personales, ya que si bien las responsabilidades adquiridas con la llegada de los hijos demandan tiempo ello también se relaciona con lo que socialmente se espera que las mujeres asuman con la maternidad, prácticamente la crianza y el cuidado de su descendencia.

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