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“No faltan los compañeros que sólo porque les pides la tarea piensan que quieres todo con ellos”, “un profesor me preguntaba si no me daba calor con mis medias”, “no me quería dar una bici si no le daba una sonrisa y mi número”, son algunas de las experiencias que compartieron alumnas de la UNAM como parte del segundo tendedero del acoso que se instaló en Ciudad Universitaria.
Las experiencias que colgaron desde el mes pasado estudiantes en papeles de colores, como parte de una actividad de la Dirección General de Atención a la Comunidad, describen situaciones de la vida cotidiana en donde los presuntos acosadores fueron sus compañeros, pero también profesores y trabajadores administrativos de la universidad.
“En una clase, un compañero me escribía cosas sexuales en mis tareas, hasta que hablé con el profesor, todo se detuvo”, señala una joven.
De acuerdo con cifras de la propia institución, en 2017, 234 personas, de las cuales 96.6% son mujeres, reportaron haber sido víctimas de algún tipo de violencia de género, como el acoso sexual, al interior del ámbito escolar.
El informe sobre la implementación del Protocolo para la Atención de Casos de Violencia de Género en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) comprende del 29 de agosto de 2016, fecha en la que inicia la implementación del protocolo, al 12 de junio de 2017, momento en el que concluye la etapa de exámenes e inicia el periodo interanual e intersemestral, de acuerdo con el calendario escolar 2016-2017 de la Universidad.
En este periodo, 234 personas presentaron quejas por posibles hechos de violencia de género ante el Subsistema Jurídico de la UNAM, a partir de las cuales se identificaron a 203 presuntas agresoras. El número varía porque una sola persona pudo haber ejercido violencia en contra de más de una víctima.
“En la Facultad de Ingeniería no faltan los profesores que para subirte una décima o como condición a calificación te hablan de forma confianzuda y hasta violan tu espacio personal”, cuenta una más. “Una vez pasé al pizarrón y el maestro dijo: ‘tenemos una buena vista’, me dio pena y volví a mi lugar’”, señala otra queja.
De las denuncias que se recibieron en el subsistema jurídico de la institución, 89.4% fueron de mujeres que se encuentran entre los 15 y 24 años, y 23% de las que tienen entre 25 y 35 años. Ocho de cada 10 denuncias fueron interpuestas por alumnas, 9% por personal administrativo y 6.8% por personas externas.
Del lado de los agresores, 47.8% son alumnos, 24.1% académicos y 12.8% personal administrativo.
Mónica López, quien trabaja en la Dirección General de Atención a la Comunidad y formó parte de la instalación del tendedero, explicó que este se instaló en el marco de las conmemoraciones por el Día Internacional de la Mujer, como parte del eje de inclusión, a través del cual se abordan temas de género, discapacidad, diversidad sexual e interculturalidad.
Explicó que los temas de violencia de género son estructurales y se extienden más allá de la Universidad. Al existir una estructura “violenta y patriarcal”, este tipo de casos se replican en los espacios universitarios.
“Lo que sí sabemos es que al menos estamos intentando acercarnos directamente con ellas, que nos digan lo que está pasando. Nos están lanzando alertas y están dando propuestas que señalan la falta de sensibilización en el tema de género, mayor educación e incluso talleres de autodefensa”, dijo.
Mónica López explicó que como parte del protocolo de atención a los casos de violencia de género, las alumnas pueden denunciar por teléfono o en persona; después se le da seguimiento al caso y, en caso de necesitarlo, acompañamiento para que presenten una denuncia.