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justiciaysociedad@eluniversal.com.mx
Durante la primera semana de octubre de 2013, cada vez que Evangelina Amezcua abría su correo electrónico se encontraba mensajes que la exhortaban a que visitara una liga de internet que supuestamente le enviaba el banco en el que tenía una cuenta de nómina, de lo contrario “su cuenta bancaria sería bloqueada”. No hizo caso, pero los correos llegaban diario.
Debido a que la empresaria de 40 años pasaba por diversas situaciones personales que vulneraban su estabilidad emocional, además de que tenía pocos días que la empresa le había abierto una cuenta bancaria para depositar su salario, decidió ingresar al sitio web, el cual le pidió su número de tarjeta y contraseña.
“Era un portal que parecía que era del banco, los logos, el lenguaje, todo. Tras ingresar mis datos, la página ya no continuaba y se pasmaba. Intuí algo malo y fui a un cajero, ahí fue cuando me di cuenta de que me habían robado la quincena completa y sólo me dejaron 20 pesos, como una especie de burla”, recuerda la mujer.
Con la esperanza de que todo hubiera sido un error de su trabajo, llamó para preguntar si ellos habían retirado el dinero o algún movimiento, “pero me confirmaron que no, que ellos no habían hecho nada, ahí fue que confirmé que era un robo cibernético, por lo que inmediatamente lloré de impotencia, de coraje y de rabia, ¿cómo era posible que caí tan tontamente en ese robo?”.
Cuando su hijo de 12 años le pidió ver la página a la que había ingresado sus datos, exclamó: “¡Mamá, cómo es posible que hayas entrado a esa página si se ve toda pirata!”, lo que hizo que Evangelina tuviera más coraje del hurto “porque, ¿cómo es posible que un niño de sólo 12 años tenga mayor razonamiento que un adulto?”.
Al llamar al banco para reportar el delito, Evangelina no mencionó que había ingresado a un sitio virtual apócrifo, “porque no me regresarían lo robado, así que sólo les dije que no tenía mi dinero, que algo había pasado y que no tenía mi quincena”, por lo que fue atendida por un directivo, quien le indicó que se abriría una investigación y dependiendo del resultado le regresarían o no su dinero.
Un mes y medio después, la institución bancaria le informó que, tras indagar el caso, se encontró que el desfalco había sido hecho a través de una trasferencia por medio de un celular, por lo que le regresarían íntegro el monto robado.
“Es curioso, porque ellos saben de dónde a dónde se transfirió ese dinero. Es algo al parecer muy fácil. En mi caso fue una cantidad pequeña, pero me preocupa que es un delito que sigue creciendo mucho y hay mucha gente, sobre todo las personas mayores, que pueden ser víctimas de estos ciberdelincuentes, pero no estás enterado hasta que te pasa”, agregó.
Tras el incidente, Evangelina Amezcua ha tomado la decisión de no realizar ningún movimiento bancario a través de su computadora o celular, por lo que si necesita realizar un trámite de su cuenta, prefiere ir personalmente al banco, “aunque gaste tiempo y esfuerzo. No quiero arriesgarme a que me pase lo mismo.
“Todavía me siguen cayendo correos de bancos en los que ni siquiera tengo cuenta, pero ahora ni siquiera los abro, no quiero pasar la misma situación que viví de un robo cibernético”, dice con voz de alivio.
Consideró como necesario que este delito sea combatido eficazmente con campañas masivas, en las que se alerte a la población de esta forma de robo, sobre todo en personas de la tercera edad o aquellos sectores que no estén muy conscientes de este tipo de fraudes virtuales.
“Estos ciberdelincuentes están muy bien organizados y saben cómo operar, porque te acorralan con tanto correo que mandan. Las autoridades deben hacer campañas en las que se difundan los peligros de acceder a estos sitios. Yo aprendí y ahora sé la forma de actuar, pero, por ejemplo, las personas de la tercera edad pueden caer muy fácilmente si les caen estos mensajes en su correo o celular. Se tiene que hacer algo”, declara.