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“Por el tiempo que estuve privado de mi libertad, sé que hay muchas personas que necesitan el perdón, porque es algo que te persigue, es como un fantasma que hasta que no lo atacas no te deja estar tranquilo”, afirma Juan, quien a sus 23 años está en paz tras haber recibido el perdón de la madre de la mujer que asesinó, con lo que se convirtió en la primera persona en el país en tener este beneficio de manera legal.
Hace siete años, cuando tenía 16, Juan fue ingresado a una comunidad de tratamiento para adolescentes, acusado de homicidio calificado por estrangular a una joven, delito por el que recibió una sentencia de cinco años.
De la mano de la organización Reinserta, solicitó ante el juez medidas anticipadas para quedar en libertad, seis meses antes de que concluyera su condena. En la primera ocasión se la negaron, pero tres meses después el panorama cambió, la mamá de la víctima aceptó dialogar con él, escucharlo, iniciar un proceso en el que ambos tenían el mismo objetivo: sanar sus heridas.
Para Juan era importante hablar con ella, ofrecerle disculpas por lo que le hizo a su hija, decirle que se arrepentía y que en su reclusión cambió, porque tuvo tiempo para reflexionar y decidir que quería ser alguien diferente. Tras estar en terapia sicológica para enfrentar la situación, llegó el esperado día, el momento en el que pudo expresar lo que había guardado todo ese lapso.
“Cuando me sentaron enfrente de ella fue algo muy fuerte, porque en las otras audiencias la parte ofendida no quería verme. Cuando me ofrecieron esta oportunidad de poderle externar todo lo que yo sentía, me dio miedo al principio, porque no sabía qué iba a pasar, pero lo primero que hice fue resolver sus dudas y ofrecerle disculpas por la acción que hice, porque sabía que no le podía traer a su hija, pero quería que viera que yo no era la misma persona de antes”, narra Juan.
El encuentro a puerta cerrada duró tres horas aproximadamente, tiempo suficiente para que ambos se escucharan, conversaran, hecho que el joven describe como “liberador”.
Poder hablar con ella “para mí fue muy importante. De hecho yo le quería entregar una carta para externarle toda la culpa que yo tenía, no pude entregársela, pero le expresé todo lo que había plasmado ahí”.
En la carta, Juan escribió la manera en la que se sentía, su arrepentimiento por el daño que le hizo al matar a su hija, y le ofrecía disculpas por todo. “Quería su perdón y me perdonó”, comenta el joven.
Al salir de la reunión, el juez le preguntó a la madre de la afectada si le otorgaba el perdón a Juan o si tenía alguna objeción para que le aceptaran las medidas anticipadas. Ella respondió que sí, bajo una condición: “que ya no hubiera más víctimas”.
Este joven alto recuerda que la señora le dijo que lo perdonaba para que creciera como persona, se desarrollara, continuara sus estudios y trabajara.
Al principio no podía creer que sería liberado, “te entra la duda y el miedo, pero al mismo tiempo es una paz, yo no lograba conciliar el sueño hasta que la señora me dio un abrazo y me dijo que me deseaba lo mejor”.
Para Juan, quien es el primero que logra quedar en libertad tras recibir el perdón, ese abrazo le dio tranquilidad y representó el poder cerrar un ciclo, porque obtener su perdón era su principal meta para poder seguir con su vida. Afirma que a la señora también la notó con mejor semblante, más tranquila, hecho que atribuye a que también necesitaba hablar del tema y aclarar lo sucedido.
En la conciliación con la parte ofendida llegó también a un acuerdo para una reparación económica. Se comprometió a pagar una cantidad mensual durante seis años, dinero que obtiene trabajando en una empresa de iluminación, donde lo han ascendido en dos ocasiones.
A Juan le faltaba poco tiempo para terminar su sentencia, pero aceptó pagar la reparación del daño “por mi tranquilidad, para estar en paz. Sé que pude esperar a concluir mis tres meses para no ver a la víctima, pero siento que es justo eso lo que me hace sentir tranquilo, en paz”.
Narra que su caso representa a cientos de jóvenes que esperan ser perdonados y acceder a una medida anticipada que les brinde la posibilidad de comenzar de nuevo.
“Sea el delito que haya sido, uno siempre tiene derecho a una segunda oportunidad, yo creo en las segundas oportunidades. Estaría bien que le dieran la oportunidad a las personas de juntarse, siempre y cuando quieran, porque es bajo el consentimiento de cada uno, para que tengan una mediación de reparación del daño. Te ayuda a sanarte y a sanar a la otra persona”, asegura.
El joven, quien dijo desconocer la propuesta de amnistía del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, hace planes a futuro: desea terminar la preparatoria y estudiar una ingeniería. Cuenta que su vida cambió a los 16 años, porque entonces no tenía ninguna ambición, pero todo el proceso le permitió reflexionar sobre lo que quiere hacer.
“No encuentro cómo explicar ese sentimiento que adquieres cuando una persona te perdona después de que le haces un daño grande, es como decir ante la sociedad que vales como persona, después de que te ven como un bicho raro”.
“El perdón es importante en la reinserción porque no nada más es que te digan: ‘Te perdono’, sino el perdonarte a ti mismo por lo que te has hecho, por lo que hiciste, y seguir adelante”, dice Juan.