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La lista de similitudes entre el colombiano Pablo Escobar y el mexicano Joaquín "El Chapo" Guzmán puede ser asombrosa.
Ambos son dos grandes iconos del narco en América Latina, que a fuerza de balas, dinero y astucia ganaron fama de líderes todopoderosos de enormes organizaciones delictivas.
Escobar y "El Chapo" fueron los criminales más buscados en su momento, a fines del siglo XX y comienzos del XXI respectivamente, en carreras delictivas que desafiaron a sus países y a Estados Unidos.
Ambos escaparon de prisiones, aparecieron en la lista de los más ricos de la revista Forbes y libraron guerras despiadadas con carteles enemigos. Sus historias son recreadas hasta hoy en libros, documentales, series de TV.
Pero hay algo más que los une: según expertos, Escobar y "El Chapo" son el prototipo de un capo que difícilmente continúe tras la muerte del primero en 1993 y la casi segura cadena perpetua que enfrenta el segundo en Estados Unidos.
"Es una especie en extinción", dice Juan Carlos Garzón, director del área de dinámicas del conflicto en la Fundación Ideas para la Paz, en Colombia, a BBC Mundo.
"Bajo perfil"
La explicación del esperado declive de la figura del narco todopoderoso pasa por diversos factores, desde cálculos estratégicos hasta cambios en el mercado.
En primer lugar, es difícil imaginar nuevos capos que busquen la atención pública como lo hicieron Escobar y "El Chapo".
Volverse figuras célebres contribuyó a crear las leyendas de ambos, pero también los expuso a una cantidad creciente de problemas.
Escobar llegó a intentar una carrera política, fue representante suplente en el Congreso, y eso llevó a la prensa a investigar quién era realmente. Tras perder su escaño, ordenó asesinar al ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, y al director del diario El Espectador, Guillermo Cano, y entró en guerra con el Estado colombiano.
Respecto a "El Chapo", que fue arrestado por última vez en enero de 2016 poco después de conceder una entrevista a los actores Sean Penn y Kate del Castillo, sus abogados admitieron en su reciente juicio en Nueva York que "disfrutaba de la publicidad".
"El mundo se está enfocando en esta mítica criatura de 'El Chapo'; el mundo no se está enfocando en (Ismael) 'Mayo' Zambada", argumentó el abogado defensor Jeffrey Lichtman durante el juicio.
Zambada fue acusado por el gobierno de EE.UU. de liderar el cartel de Sinaloa junto a Guzmán, pero mantuvo un perfil más bajo y nunca ha sido arrestado.
"Esas estructuras (criminales) cada vez optan más por un bajo perfil, dado que lo que buscan es poder seguir adelante con su negocio ilegal y en cierta medida la visibilidad (les) juega en contra", señala Garzón, que también es investigador del Centro Woodrow Wilson en Washington.
En mutación
Los especialistas también observan que los grupos de narcotráfico en América Latina parecen alejarse de la idea de un cartel centralizado y vertical, con un gran líder a la cabeza.
Y señalan que la tendencia es hacia la fragmentación, en parte como respuesta a las presiones de gobiernos que tienen cada vez más información y recursos tecnológicos para perseguirlos.
Una de las pruebas cruciales en el juicio contra Guzmán, que fue declarado culpable de todos los cargos que enfrentaba el mes pasado, fueron las llamadas y mensajes que el Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés) de EE.UU. interceptó al capo manejando su organización día a día.
"El gran dilema para cualquier organización (criminal), sea de narcotraficantes o cualquier otra, es que si tienen centralización logran un mayor control, pero eso los hace mucho más vulnerables a las acciones del Estado", explica Angélica Durán-Martínez, experta en temas de violencia, criminalidad y mercados ilícitos en la Universidad de Massachusetts Lowell.
Pero con una mayor dispersión de sus estructuras, los líderes narcos pierden capacidad de controlar el negocio desde el origen de la droga hasta la venta final como hacían Escobar en el cartel de Medellín o "El Chapo" en el de Sinaloa.
"Puede que se vuelvan más regionales, que sea menos el tipo de capo internacional que se convierte en la imagen de nuevas series de televisión, pero esto no quiere decir que tampoco haya líderes fuertes a nivel local", dice Durán-Martínez en diálogo con BBC Mundo.
Por otro lado, el avance de las drogas sintéticas altera la estructura del mercado ilícito, escribió Steven Dudley, codirector del grupo de investigación de crimen organizado Insight Crime, en la publicación Foreign Affairs el mes pasado.
"Los carteles mexicanos fueron construidos para el tráfico de drogas como la cocaína y la heroína. Estas drogas, cuya producción requiere mano de obra intensiva y son más rentables cuando se trafican a gran escala, tienden a favorecer el surgimiento de grandes grupos delictivos centralizados que pueden coordinar vastas redes transnacionales de producción y distribución", sostuvo Dudley.
"Los sintéticos, por el contrario, pueden producirse a bajo costo a partir de precursores químicos y son lo suficientemente potentes para ser rentables incluso cuando se producen a pequeña escala", añadió en un artículo titulado "El fin de los grandes carteles".
Un ejemplo que citó es el potente opioide sintético fentanilo que se produce en China y es enviado por correo a EE.UU., donde pequeños comerciantes lo venden al por menor.
Todo esto puede ayudar a entender por qué, tras la extradición "El Chapo" a EE.UU., se registraron cifras récord de muertes por sobredosis en EE.UU. y de asesinatos en México.
"La competencia (entre narcos) va a aumentar", asegura Malcom Beith, autor de los libros "El último narco" sobre Guzmán y "Hasta el último día" sobre la guerra contra el narco en México.
"Vamos a ver en los años que vienen más grupos que nunca", dice Beith a BBC Mundo, "menos capos y más grupos que se consolidan por la droga".
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