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“Sin decirme nada me revisaron como si fuera un ladrón”, cuenta José Jaime al contar su experiencia cuando un oficial intentó detenerlo sin razón alguna.
Menos de un minuto bastó para sembrar el miedo en él. Caminaba sobre la avenida Oriente 152, en la colonia Agrícola Oriental, regresaba a su casa tras terminar sus clases en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) plantel oriente, cuando sin dirigirle una palabra un policía lo sujetó, lo aventó contra la pared y comenzó a esculcarlo. Frente a un puesto de tacos, sin que ninguna persona reprochara la revisión al joven que tenía 16 años. “Fue frente a un puesto de tacos, la gente sólo me miraba raro, pero nadie dijo nada, se quedaron ahí viendo, me tiraron mi morral y revisaron todas mis cosas”.
El agente revisó los bolsillos de su pantalón y el morral que cargaba consigo, al darse cuenta de que no traía nada de valor, lo dejó tirado en la calle con todas sus cosas. El elemento regresó a su patrulla, en ningún momento de esos 60 segundos que para José Jaime parecieron una eternidad, el sujeto le dijo la razón de la revisión. “Ni siquiera me dirigió la palabra, únicamente me acorraló y comenzó a revisarme, me sentí muy invadido”.
José Jaime atribuye esa “invasión” a su forma de vestir la cual consideró como “hippiosa”. “Era fachoso, tenía el cabello largo, traía un morral, esa experiencia influyó para que cambiara, me corté el cabello y empecé a vestirme más limpio”.
Pese a que esa experiencia le ocurrió hace más de 15 años, es la primera vez que la cuenta, animado por el caso de Marco, el estudiante de la Preparatoria número 8 de la UNAM que fue detenido por policías.
“Nunca denuncié, primero por miedo, y en segunda de alguna manera pensaba que me lo merecía por mi forma de vestir. El policía actuó con mucho prejuicio, sólo por mi apariencia”, dice. Lamenta que los oficiales actúen de manera arbitraria y cometan este tipo de abusos, en especial con los menores de edad. “Se aprovechan del miedo”, indica.