De 2012 a julio de 2018 se registraron mil 246 agresiones a terceros, de acuerdo con una solicitud de transparencia realizada al Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS).
Estos hechos ocurrieron en módulos, dormitorios, comedores, patios y áreas comunes de los centros penitenciarios del país. Las autoridades reportan que se vieron involucradas 2 mil 356 personas privadas de la libertad en el periodo de estudio.
El registro más alto de agresiones de este tipo lo tiene el Cefereso 13 de Oaxaca, con 313, seguido por el Cefereso 3 Noroeste de Tamaulipas, con 145 —mientras estaba en funcionamiento, hasta 2015—, y el Cefereso 5 Oriente, ubicado en el estado de Veracruz, con 124.
El 45% de los casos de este tipo se concentraron en los años 2013 y 2014. Estos ataques pueden ser a personas de custodia, técnicos o visitas, indicó Maïsa Hubert Chakour, coordinadora del programa de Sistema Penitenciario y Reinserción Social de Documenta, una organización no gubernamental especializada en Sistema Penitenciario.
El 10 de mayo de este año, un ataque contra personal del penitenciario del Cefereso 16 en el estado de Morelos dejó cinco muertos y tres heridos.
Una sobreviviente de este ataque cuenta a EL UNIVERSAL que ella está de acuerdo en hablar con las autoridades competentes sobre los hechos, pero teme represalias: “¿Quién me garantiza mi seguridad nuevamente hoy, mañana, [en un futuro]?”
“Todos los que vivimos ese episodio [vivimos con] algo con lo que nuestra mente no puede. ¿Sabe quién fue y nos preguntó cómo estábamos psicológicamente? Nadie. ¿Quién nos ha dicho si necesitamos apoyo? Nadie. Nadie se preocupó”, explicó con enojo.
El personal del Cefereso 16 no es el único que ha recibido amenazas por parte de presuntos grupos delictivos, también ha sido blanco de intimidaciones el Cefereso 7, ubicado en el municipio de Guadalupe Victoria, en Durango, y el 13, que se encuentra en Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca.
La coordinadora de Documenta señala que una de las principales problemáticas es que “si cuentas con muy pocos custodios en comparación con tu capacidad instalada, es muy fácil, en ese tipo de ambientes, que puedas ser víctima de algún acto violento”, dijo.
Una persona cercana a los procesos de seguridad penitenciaria, que prefirió omitir su nombre por cuestiones de seguridad, dijo que desde hace tiempo han sucedido ataques en los que han matado a custodios y a directores de cárceles.
La especialista Hubert Chakour afirmó que la falta de personal de custodia puede derivar en el denominado “autogobierno” —cuando se pierde el control del centro en donde el director o el personal no puede ingresar a cierto punto— o “cogobierno” —que es un acuerdo con grupos de poder que asumen parte del trabajo que tendría que hacer el Estado—.
Por su parte, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) también ha dado cuenta de que hay una deficiencia en este rubro: “Existe poco personal técnico, administrativo, de seguridad y custodia”, dijo a EL UNIVERSAL la doctora Ruth Villanueva Castilleja, tercera visitadora general especializada en Sistema Penitenciario.
“El trabajo del personal de custodia debe estar atendido de manera prioritaria y se debe reconocer su valor, según indican las Reglas Mandela”, afirmó.
“¿A nosotros quién nos defiende?”
En México hay “pésimas condiciones laborales”, turnos extensos y la necesidad de los trabajadores de custodia de residir en los Ceferesos, contó Hubert Chakour. Los mismos empleados comentan que existen muchas organizaciones para las personas privadas de libertad; sin embargo, se preguntan: “¿A nosotros quién nos defiende?”.
En otros países, los derechos laborales del personal contemplan tres periodos de vacaciones y una jubilación con menos tiempo de años de servicio por el estrés y el desgaste físico y sicológico que conllevan estas labores, señaló Villanueva Castilleja. Además dijo que los cambios de adscripción a veces se hacen sin tener la consideración de que hay familias que ya tienen su vida hecha en un estado y los trasladan a otro, lo que les causa un gran desajuste.
El 80% de las mujeres y 92% de los hombres que fungen como personal de seguridad tienen hijos, de acuerdo con el estudio Condiciones de Vida y de Trabajo del Personal de los Centros Penitenciarios Federales de las investigadoras Elena Azaola y Catalina Pérez Correa, quienes analizan seis Ceferesos, entre ellos el 16.
Respecto al personal del Cefereso 16, Hubert Chakour expresó: “Son personas que ganan muy poco y la mayoría de ellas son madres solteras que tuvieron que dejar a sus familias en Tepic y que no se pudieron alojar alrededor del centro por la peligrosidad de la zona o la falta de acceso, entonces muchas de ellas, al menos en el primer año, tuvieron que residir directamente en el centro.
“El tema complicado con los custodios es la protección a sus familias [porque] han tenido amenazas y hasta allegados asesinados por temas que habían encontrado en el centro. La ubicación también es importante para reunirse con sus seres queridos y tener contacto con [el] mundo exterior.
“El daño que puede hacer ese tipo de ambiente laboral a tu salud mental es profundo”, aseguró la especialista de Documenta.
Después del ataque contra personal del Cefereso 16 el pasado 10 de mayo, la CNDH recibió dos quejas en las que refieren que “existieron amenazas que no fueron atendidas en su momento como parte de una protección a su seguridad”, dijo la tercera visitadora.
“Se pidieron medidas cautelares, las cuales fueron otorgadas para todos los centros que abarcan la protección en los transportes que utilizan para ir a sus lugares de trabajo; ahora los vehículos van con una patrulla y personal de seguridad custodiándolos; se les modificó el horario y se implementó que hubiera transporte de ida y de vuelta de manera regular, señaló Villanueva Castilleja.
“Tú los provocabas con tu belleza”
Las mujeres debían peinarse de chongo y si tenían “mucho trasero” no podían entrar con las personas privadas de su libertad, ya que, según un titular, provocaban con “su físico y su belleza”, así que debían ponerse una bata para cubrirse, contó Aidé Morales, trabajadora administrativa del Cefereso 4 de Nayarit.
Ella fue discriminada por ese empleado y puso una queja ante la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred). No obstante, el alzar la voz generó que le impusieran tareas para las que no fue contratada, como lavar los trastes y servir la comida a los administrativos y a las personas privadas de su libertad.
La principal preocupación de Aidé era que la cambiaran de centro, pues afirma que cuando pones una queja o cuestionas el sistema como instrumento para intimidar al personal por exhibir el acoso y hostigamiento, te trasladan de centro y sin viáticos, por lo que solicitó medidas cautelares al Conapred.
“He tenido comunicación con cuatro custodias del centro penitenciario y me dicen: ‘Oye, el director de seguridad me está hostigando sexualmente y dice que si no cedo me va a mandar a las actividades más apartadas con los servicios más cargados para recordarme quién soy yo’”, narró Aidé.
“No podemos estar siendo violentados quienes salvaguardamos la integridad de las personas privadas de su libertad”, exigió.
El personal adscrito al Cefereso 16 de Morelos continúa pidiendo seguridad para ellos y justicia por sus compañeros. Narran que afinales de 2018 les quitaron las prestaciones a los Centros Federales de tajo. “Abogamos para que nos regresen el seguro de gastos médicos mayores y bono de riesgo de trabajo”. Mientras más pasa el tiempo, los distintos trabajadores del servicio penitenciario federal se quejan de las pocas atenciones que tienen, como el regreso de los gastos funerarios: “Hasta ahorita nos dimos cuenta de que ya no lo teníamos”, dice una de las mujeres adscritas al penal en el estado de Morelos. “Nos dimos cuenta [porque] una compañera nuestra, estando aquí, falleció y tuvo que ser trasladada hasta el municipio de Toluca”.
Este diario solicitó la postura del OADPRS, pero hasta el cierre de esta edición no se obtuvo respuesta.