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La desaparición de los 43 alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos evidenció a nivel internacional que México tiene problemas estructurales de sus investigaciones, advierte Carlos Beristain, ex integrante del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).
Han pasado más de tres años de lo ocurrido en Iguala y se le pregunta a Beristain si es probable que los estudiantes sigan vivos. Señala que conforme pasa el tiempo, la verdad se aleja y la herida en los familiares se profundiza, pero los casos de desaparecidos no se pueden cerrar hasta conocer la verdad.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el ex integrante del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes indica que Ayotzinapa mostró un México del que no se sabía. También salieron a relucir los patrones de impunidad en el país. Es algo sistemático, enfatiza.
Afirma que durante la participación del GIEI, sus investigaciones incomodaron y las autoridades comenzaron a obstaculizarlos, incluso se aferraron y se resistieron a la verdad que arrojó el trabajo del grupo.
Subrayó que los familiares de los normalistas tienen un desgaste significativo, tanto emocional como físico, incluso algunos de ellos tienen problemas de salud y presentan un nivel de estrés alto.
¿A más de tres años es posible encontrar a 43 estudiantes vivos?
—A los desaparecidos hay que buscarlos en todos los escenarios, eso se lo deben a los familiares, una respuesta sobre dónde están y qué pasó. Hay un dicho que aprendí de Ángela, nuestra compañera fiscal que decía: ‘Tiempo que pasa, verdad que se aleja’. Pero también yo diría: ‘Tiempo que pasa, herida que se profundiza’.
Los casos de desaparecidos no se cierran porque pase el tiempo, los familiares exigen su derecho a la verdad y a la justicia que tanto necesitan para su propia recuperación.
¿Cómo ha impactado a nivel internacional el caso Ayotzinapa?
—Ayotzinapa mostró un México que nadie pensábamos que existía, no teníamos esa dimensión de lo que sucedía. Mostró mecanismos de impunidad que no permiten un esclarecimiento de los casos.
México tiene que cambiar, no puede seguir negando los hechos de casos de violaciones a los derechos humanos y de personas desaparecidas en los que se involucra a agentes del Estado.
El GIEI llegó al país para buscar la verdad ¿Van más de tres años y los familiares no tienen la respuesta que quieren?
—Lo que encontramos en las autoridades fue una actitud abierta al principio, pero cuando nuestras revelaciones mostraban con pruebas que la verdad histórica no era cierta, hubo una actitud de rechazo. Nosotros seguimos colaborando con el Estado en la investigación y para que se asumieran las revelaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes como el quinto autobús, el basurero de Cocula, la manipulación de la escena en el río San Juan.
Lo que hay es una actitud, y se lo dijimos al Presidente [Enrique Peña Nieto] en una reunión que tuvimos junto con los familiares, hay verdades que son incómodas, pero es mejor asumirlas que seguir manteniendo cosas que no son ciertas, porque con el tiempo van a tener más impacto en la sociedad. Es el descrédito para las instituciones y no es una buena noticia para el país.
¿Es decir, sus revelaciones incomodaron a las autoridades?
—Incomodaron a determinados sectores que no estaban dispuestos a asumir esa verdad.
Anunciaron la detención de Erick Uriel Sandoval Rodríguez La Rana ¿Van más de 100 detenidos y no se sabe del paradero?
—El número de detenidos no es la medida para ver qué tan buena es una investigación.
¿Se necesita de nuevo la presencia de un grupo como el GIEI para dar seguimiento al caso?
—Después de que salimos [el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes ] no ha habido nada, eso nos indica que sí se necesita una asistencia técnica.
¿Entonces se requiere?
—Eso lo tendrían que solicitar los peticionarios [familiares].
¿No ha sido una buena investigación la efectuada por la desaparición de los normalistas?
—No. Lo que mostraron nuestros dos informes es que no se realizó una buena investigación. Se perdieron muchos elementos.
¿La procuración de justicia en el país trabaja para eso, para ocultar la verdad?
—Generalizar no es bueno. Lo que sí vimos fue que hubo enormes problemas estructurales en la investigación, y eso se repite y cuando vemos eso es que es algo sistemático. Eso asusta en el caso México.
Hubo funcionarios que trataron de obstaculizar nuestro trabajo, no tenemos ninguna duda.
El caso Ayotzinapa muestra patrones de impunidad en el país que son similares a otros muchos casos.
¿Cómo se encuentran, cuál es el impacto que han tenido los familiares después de más de tres años de los hechos?
—Tienen la incertidumbre sobre el destino de los alumnos, tienen el impacto de una falta de respuesta del Estado a las revelaciones y de las medidas que el GIEI recomendó. Para los familiares es muy importante la verdad.
Los dos puntos clave son el reconocimiento de la verdad y encontrarlos... Como parte del seguimiento que pudimos hacer durante el año que estuvimos en el país, propusimos un estudio a profundidad sobre el impacto sicosocial y la salud de los familiares de los normalistas.
¿Es un desgaste emocional?
—Lo es. Hay un desgaste de la urgencia del momento. Cuando piensan dónde estarán. Y luego el desgaste crónico, cuando se va acumulando. Hay muchos que tienen problemas de salud importantes y se han agudizado por el estrés, el duelo.
Algunos normalistas tenían hijos. ¿Cómo se encuentran los niños?
—Han podido mantener en parte el soporte familiar, eran niños muy pequeños, pero se han encontrado con enormes dificultades porque ya no tienen el soporte del papá.