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No había música ni gritos, tampoco se percibía el olor a marihuana que cada vez era más propio de la plaza Luis Pasteur, donde se ubica el Senado. El día de ayer las autoridades de la Ciudad de México le pusieron un alto al ritmo frenético con el que se desarrollaba, desde hace meses, la venta de cannabis en esta zona.
Un grupo de personas con chalecos verde fosforescente y logos del Gobierno capitalino, así como policías de tránsito llegaron a la plaza desde las 11:00 horas, donde pidieron a los comerciantes y consumidores de marihuana que se retiraran del lugar.
Por la tarde, la presión de las autoridades era evidente: los vendedores habían levantado las lonas donde a diario colocaban sus hookahs, sus sábanas para forjar cigarros, su hierba y otros productos derivados de ésta.
Y aunque la venta de cannabis se había suspendido, decenas de personas esperaban las instrucciones de los hombres de chaleco verde. Unos cuantos les reclamaban que no podían dejar de comercializar su producto porque de eso viven, otros se comprometieron a no invadir el paso peatonal con sus negocios.
“Lo único que pido es que podamos tener nuestro local de aditamento de cannabis sin ningún problema con la ley, ciñéndonos a sus reglas y su disposición”, dijo Jorge, un joven que ha pasado varias semanas en el “corredor cannábico cultural”.
El estrés de algunas personas que habían pasado meses vendiendo marihuana afuera del Senado se hacía evidente: entre compañeros se empujaron, se gritaron y hasta golpes se dieron. Como muestra de enfado ante el operativo de las autoridades, por media hora los comerciantes y consumidores bloquearon Paseo de la Reforma.
Habían pasado meses sin que ningún policía se metiera al plantón cannábico, que ya hasta había crecido desde principios de 2020.
Circulaba entre los integrantes del plantón que el motivo del desalojo era porque algunas personas consumían alcohol, cocaína y otros tipos de drogas fuertes.
La pandemia por Covid-19 en México también les jugó una mala pasada, pues en la plaza ya era común ver a montones de personas congregadas, incluso sin cubrebocas y sin sana distancia de por medio. Para tratar de convencer a los funcionarios locales, algunos integrantes se defendieron diciendo que sólo vendían hierba y que ofrecían información de utilidad para quienes comienzan a consumir.
“Realmente es un espacio en el cual informamos sobre el cannabis y acercamos a la gente de una manera responsable, tratamos de darle a la gente información para que no tenga ningún problema [al momento de consumir]”, expresó Jorge.
Las miradas estuvieron puestas en las personas que se hallaban en una de las puertas donde hasta hace dos años ingresaban al Senado los medios y las personas.