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A menos de 10 días de que inicien las fiestas patrias, los comerciantes que venden banderas, trompetas, serpentina, espuma, confeti y otros productos mexicanos han sufrido una baja en sus ventas de entre 40% y 80%.
La conmemoración de la Independencia de México, a celebrarse el próximo 15 de septiembre, no ha sido suficiente para levantar las ventas de quienes trabajan en los alrededores de los mercados Sonora y La Merced.
Los efectos del Covid-19 se comenzaron a sentir en esta zona cuando las autoridades capitalinas ordenaron el cierre de los mercados públicos más populares; sin embargo, aunque ya van casi tres meses de que estos espacios reabrieron, el comercio no ha logrado levantarse.
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“Ahorita por la pandemia y por la situación en la que nos encontramos está tranquila la venta, no nos ha ido muy bien, pero a pesar de eso estamos bien y aunque esta microempresa no está bien, trato de dar lo mejor de mí para que podamos seguir adelante”, señaló Rosalino Sánchez.
Lamentó que las personas que llegan a la zona únicamente preguntan por los precios de los productos, pero no compran la misma cantidad que antes. Rosalino viaja desde Toluca todos los días de la semana para trabajar 12 horas y obtener recursos suficientes para mantenerse.
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Asimismo, presume que varios de los objetos que tiene a la venta son elaborados por él mismo y por uno de sus compañeros de trabajo, quienes han sobrevivido a los recortes de personal que incluso en el mercado informal se han dado por la crisis.
Una zona colorida
Cuando las personas pasean por Sonora y La Merced caen en cuenta que este no es cualquier año. Ahora no sólo se venden los rebosos, las maracas y los típicos productos de cada año, sino que la gente ha tenido que innovar frente a la pandemia.
Los cubrebocas N95 con estampado de la bandera o incluso con el rostro del presidente Andrés Manuel López Obrador se observan en cada esquina y también las caretas adornadas con cintas tricolores.
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Agustín Vázquez, otro trabajador en Sonora, reiteró que la venta en los alrededores se desplomó al menos desde junio: “Ahorita se ve gente, pero no compran, [el Covid] afectó muchísimo la economía y, aunque la gente quiere [comprar], no sé si no lo hace por la economía, ahorita no tienen, la vendimia se nos redujo entre 60% y 70%”.
“Todo el año vendo piñas, disfraces y artículos para fiestas, pero entre finales de julio y principios de agosto empezamos con lo del 15 [de septiembre], aunque ha habido una gran diferencia respecto a años anteriores”, dijo.
Aunque la situación es grave para los trabajadores de estos mercados populares, su ánimo no ha decaído. Entre las calles se escuchan los gritos de quienes ofrecen sus artículos y también la música de banda suena a todo volumen.
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Los puestos de Rosalino y Agustín le han dado color a esta zona del primer cuadro del Centro, donde los comerciantes esperan aumento del flujo de visitantes y compradores.
Correr riesgos por la edad
Catalina Montaño es otra trabajadora del lugar que se apura a colocar sus rebosos para que los clientes puedan verlos. La pandemia tampoco ha sido indiferente con ella, ya que calcula que sus ventas bajaron un 40%.
A pesar de eso, Catalina, quien ya es una adulta mayor, sale todos los días con su cubrebocas para tratar de vender aunque sea lo mínimo. Alrededor de las 12:00 horas, Catalina, sus empleados y familiares terminan de acomodar todos los objetos que venden. Los compradores pasean por todo el lugar buscando los mejores precios o las mejores ofertas.
En el lugar los comerciantes refieren que la pandemia no sólo será larga para ellos, porque los contagios de Covid-19 siguen apareciendo, sino que saben que el impacto económico de esta enfermedad perdurará por meses o incluso años.